La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Sánchez del Río, dermatólogo

"Esos chavales que piden otra transición deben ser más humildes y respetar lo que se hizo"

"Al 50% de la gente que nos pide depilación le decimos que no"

José Sánchez del Río, en su clínica. nacho orejas

-Soy allerano de nacimiento, de corazón y de pura cepa. Estudié medicina en Salamanca y me formé en el Hospital General de Asturias. Llegué en 1971. Fue toda una vida allí.

José Sánchez del Río (Caborana, Aller) cumplirá 72 años el próximo 10 de julio. Casado y padre de dos hijas, dirige una clínica dermatológica en Oviedo (que el próximo 1 de marzo será trasladada al barrio de Buenavista) y tiene a sus espaldas una fecunda biografía que incluye décadas de trabajo en la sanidad pública, actividad política y una etapa como directivo del Real Oviedo.

-¿Aún se siente médico del Hospital General?

-Sí, por encima de todo. Creo que el espíritu del Hospital General no lo hay en ninguna parte ni volverá a haberlo.

-¿Qué es lo que lo hace tan irrepetible?

-La colaboración, el apoyo y la alta resolución. Pasabas el día en el Hospital trabajando en lo tuyo, pero si un compañero te llamaba tratabas de resolver el problema sobre la marcha. Era una integración para sacar los problemas adelante que no la había en ninguna otra parte.

-Allí compaginaban la sanidad pública y la privada.

-Durante unos años. Yo trabajaba la jornada normal, y a las cuatro y media de la tarde, en la misma consulta de policlínicas, veía enfermos privados que se citaban a través de la centralita del Hospital, que pasaban por caja dentro del Hospital. El Hospital nos retenía una parte y la otra nos la cargaba en nómina.

-¿No había conflicto de intereses entre lo público y lo privado?

-Nunca lo vi así. La gente de la Seguridad Social iba a la Residencia. El Hospital era otra cosa, tenía conciertos con la Seguridad Social, allí veías de todo: pacientes sin recursos, gente que pagaba...

-¿Cuándo empezó con la consulta privada?

-Fui la bandera política que rompió la exclusividad del Hospital en aquel entonces. Yo estaba de secretario de organización de UCD en Asturias. Para mí, por encima de todo estaba la libertad de la persona para hacer lo que le diera la gana fuera de su trabajo. Nunca entendí la cerrazón de la dedicación exclusiva. Abrí una consulta en Gijón con otro compañero. Más tarde, vine a Oviedo.

-¿Y ahora traslado?

-Sí, porque todo evoluciona, y la tecnología cambia muy rápido. Necesitábamos más espacio. Mis compañeros son bastante más jóvenes que yo, tienen una formación excepcional, mucho mejor que la mía? Nos vamos junto al Palacio de Congresos. Vamos a contratar a alguna persona más.

-Se ha jubilado de la pública.

-Yo podía trabajar hasta los 70 años, pero me jubilé a los 68. Estaba en el Hospital de Cabueñes, en Gijón, adonde había ido en comisión de servicios. Fue una etapa muy buena, pero nos impusieron trabajar más horas, trabajar por las tardes, cobrar menos...

-Usted en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) fue muy crítico.

-El dermatólogo del HUCA siempre fue el médico peor pagado. No tenía guardias, no tenía peonadas, no tenía nada. Tuvimos que buscarnos las habas de otra manera. Además, hay un convenio con la Universidad en virtud del cual al médico que llega a la sanidad asturiana vía Facultad de Medicina le ponen de jefe de servicio en el Hospital, mientras que al jefe de servicio no le dan ni agua en la Facultad de Medicina. Es un choque de trenes que se fue acentuando.

-¿Es buena la dermatología pública en Asturias?

-Sí. Tiene dos infraestructuras, en Oviedo y en Gijón, que las hay en pocos hospitales de España.

-Pero las demoras en dermatología son inasumibles.

-Es una falta de organización. No obstante, mucho de lo que llega en dermatología al hospital no tendría que llegar.

-¿Tendría que ser resuelta en atención primaria?

-Sí. Y además la gente debe tener conciencia de que hay una serie de lesiones dermatológicas de nacimiento, como son los lunares, las pecas... que la sanidad pública no cubre porque no son una enfermedad.

-O sea, que se abusa un poco.

-Sí. La demanda tan excesiva se debe a la buena asistencia que hay en Asturias. Si la gente quiere mejorar su aspecto, tiene que acabar haciéndoselo en el sector privado.

-¿Qué porción del trabajo de su clínica se dedica a cuestiones estéticas?

-Un tercio. Quizá la mitad.

-¿Benefician al sector privado las larguísimas esperas de la sanidad pública?

-No, porque la gente ya tiene asumido que las arrugas, las manchas y los lunares no van a quitárselos en la pública, y vienen directamente. Lo que me preocupa de las listas de espera es que un paciente que tiene un picor no puede estar esperando una semana por el dermatólogo. Eso hay que buscar soluciones en menos de 24 horas, porque, si no, no vive.

-¿Lo que más se demanda?

-Está en auge el mejorar el aspecto sin deformar la cara. Pretendemos mejorar, serenar, dar un aspecto más tranquilo a la piel, quitar las imperfecciones... Y corregir las arrugas, pero sin quitarlas, porque si quitas la expresión a una cara dejas una máscara.

-¿El bótox?

-Es un arma más. Muy usada, muy efectiva, de acción inmediata y con mala prensa, porque mucha gente cree que le desfigura la cara, que va a ponerlas como peponas, y no es así.

-¿Porcentaje de mujeres en las consultas?

-Un 80 por ciento de la gente que te demandas cosas de estética son mujeres. A partir de los 40-45 años, sobre todo. A la gente que quiere hacer tratamientos de dermatología estética le recomiendo que empiece a los 35 ó 40, y que luego no se abandone.

-¿Se niega a dar tratamientos?

-Sí, por supuesto. En depilación, a un 50 por ciento de la gente que nos viene a pedir información le decimos que no, porque el pelo que trae no está indicado para hacer una depilación con láser.

-Política. ¿Hace falta una segunda transición?

-La política es una espina que tengo clavada, pero a mi edad... Estos chavales que piden otra transición lo primero que tienen que hacer es ser un poco humildes. Y, después, respetar lo que se hizo. Éstos no saben que todos los que estábamos en los partidos políticos cada uno apaciguaba a los suyos para alcanzar acuerdos. Y había gente que traía pistola. Habrá que mejorar cosas, pero hacer la transición, no. Además, yo creía que venían con mucha pureza, pero no es así. Vienen con vicios ya adquiridos.

-¿Por ejemplo?

-No entiendo que en el Ayuntamiento de Oviedo se diga "pasalabra" de un tema de una concejala de Podemos, y que no se haya dicho que fue una metedura de pata, un pecado venial, una tontería, y reconocer las cosas. Si empiezas por ahí, mal rollo vas a traer. O que, ocho meses después de las elecciones, el Ayuntamiento esté sin presupuesto. Oye, haz un presupuesto y luego levanta las alfombras si quieres buscar algo.

-Usted formó parte de la directiva del Real Oviedo. ¿Cómo ve al equipo?

-Creo que tiene la serenidad que necesitaba hace mucho tiempo, y que está en el buen camino.

-Usted conoce bien al ovetense y al gijonés. Defínalos.

-El gijonés es más folklórico y el ovetense se cree más señor. Pero en el fondo son asturianos y buenos todos.

Compartir el artículo

stats