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Las opiniones

El "botellón" deja resaca en el Antiguo

Los vecinos del casco viejo esperan que la amenaza de las multas y la mayor vigilancia, medidas que se aplicarán a partir de hoy, "acaben con las borracheras"

El "botellón" deja resaca en el Antiguo

Rubén Álvarez duerme un poco mejor desde que se gastó alrededor de 7.000 euros en colocar "ventanas de triple vidrio" en su piso de la calle Carpio, en plena Plaza del Sol, uno de los centros neurálgicos del "botellón" de los fines de semana en el Antiguo. No obstante, todavía hay días en los que le resulta difícil pegar ojo. "La noche de Carnaval tuve que bajar porque había un chico apoyado en el portero automático y el timbre de mi casa no paraba de sonar. Eso fue a las dos de la madrugada, mientras mi niña pequeña estaba durmiendo", explica Álvarez. Tampoco le resulta extraño encontrarse "con personas meando dentro del portal", con una pintada nueva en la puerta del garaje o con la calle plagada de basura generada por los participantes en el "botellón". "Yo soy joven y comprendo que hay que divertirse, pero el ruido y las molestias que se generan pueden llegar a ser insoportables. Antes de cambiar las ventanas estabas en casa y tal parecía que estabas tomando algo abajo con ellos", añade el vecino.

Y todo ese "ruido", los "actos vandálicos" alentados por el alcohol y las "duras noches" de "movida multitudinaria" van dejando una resaca entre los vecinos de la zona que cada vez es más difícil de superar. Jornadas como la de Carnaval o la fiesta del pasado día 23 de enero -fecha que coincidió con el final de los exámenes para los estudiantes- hacen que las medidas anunciadas por el Ayuntamiento para acabar con el "botellón" sean bienvenidas entre los residentes del casco viejo de la ciudad, que a partir de hoy vuelven a hacer frente a otro fin de semana con el Antiguo como epicentro de la "movida". "Claro que hay que poner multas. Y bien gordas", sentencia María Iglesias, que no puede pararse mucho tiempo y atraviesa con bolsas la Plaza del Sol. Además de un incremento de efectivos policiales en las zonas de reunión de los jóvenes, a partir de hoy también habrá agentes vigilando el entorno de los supermercados en los que se suele adquirir el alcohol para beberlo en la calle. "Si eso sirve para que se acabe este infierno bienvenido será. El 'botellón' es algo terrible, hay que terminar con las borracheras", acierta a decir la mujer mientras se va a toda prisa.

El fotógrafo Marcos Vega, más reposado, muestra los desperfectos que presentan la puerta, la cristalera y la fachada de su local de trabajo en el casco viejo. "Se ve perfectamente, el cristal está roto", explica Vega mientras señala el escaparate. Justo al lado está el portal de una vivienda que también es víctima de los daños colaterales que provoca el "botellón" durante los fines de semana. "No cabe una pintada más y los vecinos ya han tenido que cambiar la puerta en infinidad de ocasiones. Hay gente a la que le da por liarse a patadas con ella. A otros se les ocurre utilizarla para mear o para otras cosas que vale más no describir", asegura el fotógrafo.

Marcos Vega lleva once años viviendo en Trascorrales -otro de los puntos "calientes del "botellón"- y tiene las cosas muy claras. "En cuanto multen a unos cuantos y se corra la voz habrá gente que se lo piense antes de hacerlo. Si te sancionan por dejar el coche mal aparcado cinco minutos, ¿por qué no van a hacerlo cuando ven a alguien meando en medio de la calle?", se pregunta. En su opinión, "el problema del Antiguo no es que esté lleno de bares, lo que pasa es que hay muy poco control", sostiene.

Pero para muchas de las asociaciones del Antiguo sí es un problema que el barrio esté lleno de bares. Los colectivos vecinales creen que los locales de copas y otros establecimientos que no tienen esa catalogación a pesar de servirlas están ahogando a un barrio falto de comercios y servicios públicos. También denuncian que esos negocios contribuyen a avivar el problema dejando que sus clientes salgan a la calle con las consumiciones. Alguno de esos hosteleros, como Francisco Álvarez, salieron ayer al paso para defenderse. "Normalmente hacemos todo lo que podemos para que los clientes consuman aquí dentro lo que piden, pero es imposible controlarlos a todos, sobre todo los días en los que hay tanta gente", asegura Álvarez, que regenta su negocio en la Plaza del Sol desde el año 1972. "Nosotros a veces también somos víctimas. hay gente que entra con bebidas de afuera, entran en los baños sin consumir... el del 'botellón' es un problema que viene de hace mucho tiempo y no va a ser fácil de solucionar", afirma el hostelero.

Otro representante del gremio, Julio Gayol, no se siente para nada culpable. "Nosotros estamos aquí para vender y eso hacemos. Yo no pongo ofertas ni nada de eso, las copas cuestan lo mismo que cualquier otro día, pero hay quien las saca a la calle en vasos de plástico y eso no lo podemos impedir". En su opinión, "lo mejor, para que nadie se sienta afectado, sería que se controlase un poco más el tema", asegura Gayol, que entiende a los vecinos.

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