En el caso de la Semana Santa, el fenómeno religioso y cultural es tan rico en la práctica como en su terminología. Alguien que lleva un paso penitencial en las procesiones católicas puede recibir el nombre genérico de porteador, pero también el específico de bracero o de costalero, dependiendo de la técnica utilizada para cargar con el peso de la Pasión. LA NUEVA ESPAÑA ha recogido información de los ensayos de tres pasos ovetenses: el Cristo Yacente (Viernes Santo), el Nazareno (Miércoles Santo), y la Sentencia (en la madrugada del Jueves al Viernes Santo). En los dos primeros, los pasos procesionales son conducidos por braceros y braceras -el Nazareno-, o por costaleras, en el caso de la procesión que parte de San Isidoro. Y el tercero de ellos es llevado "a costal", en sentido estricto y por directa influencia andaluza. Sin embargo, una serie de técnicas procesionales son comunes a los tres, y ahí entran conceptos como el "racheo", que consiste en la marcha de los cofrades con las suelas en permanente contacto con el suelo, lo cual evita que la carga de los pasos rebote sobre los hombros o los cuellos. Y dependiendo del lugar del cuerpo que recibe la carga, cada paso está provisto de varales o trabajaderas. Los primeros son largas barras metálicas y longitudinales al paso, y con almohadillas ajustadas a la altura del hombro, mientras que las segundas consisten en travesaños de madera que el costalero colocará justo sobre su séptima vértebra cervical. Otra técnica indispensable en las procesiones de Semana Santa es la del mecido, provocado precisamente por esa forma de caminar sin levantar los pies del suelo y que permite tener la sensación que la carga vertical se reparte en lugar de caer a plomo. Así, pies, brazos, hombros, cervicales se preparan para levantar, llevar e incluso mecer los pasos de Semana Santa.