Pese al inclemente frío, las puertas del templo de San Isidoro se abrieron a las nueve de la noche del pasado martes y 23 mujeres y una capataz descendieron por las escaleras portando la base de su paso de Semana Santa, formado por una peana, o plataforma de madera más tres varales, o largueros metálicos de unos siete metros que atraviesan dicha tarima longitudinalmente. Unas almohadillas de terciopelo negro fijadas con velcro a los varales reposan sobre los hombros de las cofrades.

Por un altavoz suenan marchas musicales de Semana Santa y la capataz, Rocío Díaz León, se dirige a la campana de órdenes, colocada al frente del varal del centro. Da un toque y dice; "Derecho adelante". Las 23 mujeres (una no ha podido asistir al ensayo), adelantan el pie derecho sin levantarlo del suelo, ejecutando un círculo con la pierna, ganando espacio hacia adelante hasta que el pie izquierdo también avanza y toca prácticamente el derecho. El roce de las suelas produce el sonido del "racheo", un detalle poco perceptible que, sin embargo, es clave para conducir un paso de Semana Santa ya que si uno de los pies se levanta del suelo el peso que le corresponde a cada costalera carga inmediatamente sobre la otra pierna y el cansancio se acentuaría.

El paso del Cristo Yacente, en su procesión al atardecer de Viernes Santo, llega a pesar 400 kilos, es decir, la suma de la peana, los varales, los ocho centros de flores, los faldones de terciopelo con el escudo de la cofradía y la urna con la talla en madera policromada del Cristo Yacente, atribuida a Luis Fernández de la Vega y datada en el siglo XVII. El paso es escoltado por la Guardia Civil y el ritmo de avance lo marca la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.

En este cuarto ensayo del pasado martes (en total realizan ocho o nueve), las cofrades atraviesan longitudinalmente la plaza de la Constitución, en paralelo a la fachada de la Casa Consistorial. Al final de la plaza, la capataz Rocío Díaz advierte en voz alta: "Al toque, izquierda atrás". En efecto, hace sonar la campana y las costaleras de los varales izquierdo y central en la parte trasera comienzan a realizar círculos con el pie izquierdo hacia el exterior y el paso en su conjunto inicia el giro hacia la derecha. Retornan así a la fachada de San Isidoro, donde dos jóvenes cargan sobre la peana sendas cajas llenas de libros. El ensayo prosigue hasta las diez de la noche y en el de la siguiente semana el lastre con cajas será un poco mayor, y así, en aumento progresivo, hasta el día de la procesión, una de las más concurridas de la Semana Santa ovetense, por tratarse de jornada festiva.

Este es el segundo año en el que Rocío Díaz León es capataz del paso, o "capataza", en términos coloquiales. Antes, fue costalera durante ocho años, pero el Cabildo de Oficiales de la Archicofradía la eligió para estar al frente. "Por haber sido costalera me puedo ponen en el lugar de mis compañeras", comenta. Rocío Díaz también es bracera del paso de la Virgen de la Amargura, en la procesión de la Real Cofradía del Silencio (Martes Santo). La denominación de costaleras o de braceras depende de la designación que haya escogido cada cofradía. "Empecé como costalera cuando mi hermano pequeño estaba haciendo el catecismo y salía en la procesión del Paso de los Niños; me llamaba la atención la Semana Santa y el paso del Cristo Yacente necesitaban mujeres", explica la capataz, que también tiene "un cuñado que sale en las procesiones de Málaga". "Para mí es un orgullo que las mujeres puedan portar un paso", agrega.

El ensayo prosigue en la noche del martes. La estructura de madera avanza como si fuera mecida en círculos de avance. El mecido es otra técnica clave. No sólo hace más vistosa la marcha, sino que las costaleras tienen la sensación de que el peso se reparte por todo el cuerpo en lugar de caer a plomo. Al final de entrenamiento, la capataz da las última recomendaciones: a los ensayos restantes las cofrades han de acudir con el mismo calzado que van a utilizar el día de la procesión: "Unas prefieren zapato plano y otras lo hacen mejor con algo de tacón y por eso hay que medirles hasta el hombro para que haya uniformidad de alturas y no se nos descuadre el paso", concluye la capataz.