La tesis fue muy clara: "Por mucho que la criminalística mire a la ciencia y se relegue el Derecho a la sede, la ley obliga a los científicos a pasar ante el juez ignorante en las ciencias y al final, lo que el juez dice, es la verdad. El juez crea verdad por encima de la ciencia". Así se expresó ayer Pedro Barbado en la Fundación Gustavo Bueno, durante la conferencia que ofreció con el título "Criminalística: escenas, escenarios y actores". Barbado, langreano de Ciaño, es doctor en Filosofía, licenciado en Derecho y profesor en el instituto Pérez de Ayala de Oviedo.

El conferenciante partió y regreso constantemente a las series de televisión del estilo de CSI en las que aparecen unos policías científicos que concluyen quién es el culpable de un crimen. Una series que empezaron en el año 2000 en EE UU y que dos temporadas después ya estaban bien implantadas en España, comentó.

Descartó cualquier análisis sobre las series y anunció un enfoque gnoseológico, filosófico, "sobre unos saberes que ha popularizado la televisión" hasta el punto que "se demandan cursos de esas especialidades" cuando lo cierto es que "la apariencia que ofrecen es falaz".

Barbado indicó que es imposible practicar las investigaciones que se ven en las películas "mientas que en esas series no aparecen las pruebas testificales y documentales insustituibles en todo buen proceso".

La idea de CSI y sus derivadas era superar las clásicas películas de policías "que resolvían los casos a puñetazos o con procedimientos supuestamente arcaicos como Kojac, Colombo, Banacek y McCloud sobre quienes se hizo incluso una canción satírica".

La idea era centrar las películas en profesionales que saben de verdad lo que se traen entre manos. Unos científicos. Empezaron en Las Vegas "un ciudad en la que todo es falso con su Torre Eiffel y otras construcciones inventadas y se pretende que desde los nuevos presupuestos decidir qué es cierto y qué es falso, incluso qué es bueno y qué es malo".

El ponente explicó que en la series como CSI "llegan los nuevos profesiones, científicos, al teatro de operaciones que está alterado por los sujetos a detener. El segundo escenario donde se desarrolla la acción es el laboratorio donde hacen sus análisis. El tercer escenario es el tribunal, la sala del juicio, pero nunca se llega ahí, es un escenario que no suele aparecer".

Barbado explicó que el Derecho Penal moderno se remota a Beccaria. "Tiene el monopolio del análisis del hecho delictivo. Deduce con silogismos". Pero fueron apareciendo nuevas disciplinas como la antropología criminal y autores como Lombroso que van a los hechos no a los razonamientos abstractos. Entre las novedades se produce escisiones, por un lado la antropología criminal y por el otro la criminalística. La criminología se desarrolla como ciencia multidisciplinar y la criminalística queda relegada a ciencia auxiliar del Derecho Penal.

Cito a Hans Gross y su "Manuel del juez instructor" que aparece en 1893. En la investigación "la prolepsis se basa en la anamnesis" añadió Barbado. Comparó a un juez con un director de orquesta.

En el coloquio Gustavo Bueno citó una máxima del Derecho Romano y dijo: "si no hay ley no hay delito".