"Mi madre está viva gracias al masaje cardiaco que le dio Martín Caicoya al bajarse de la bici. Le estaré eternamente agradecida". María de la Rubia se deshace en elogios al hablar del médico que evitó que el paseo matutino de su madre, Marisa Gómez-Morán, acabase en tragedia. La mujer, octogenaria, permanece ingresada desde el domingo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Asturias, HUCA. Su pronóstico es reservado y está consciente, aunque apenas recuerda lo ocurrido, ni que su salvador es en realidad su sobrino. De hecho, el segundo apellido del médico es Gómez-Morán. Es decir, que la víctima y la madre del héroe son primas.

Marisa salió hacia las diez de la mañana a dar una vuelta con su perro, comprar el pan y tomar un café, pero a mitad de camino se desplomó sobre una zona ajardinada de la avenida de la Fundación Príncipe de Asturias. Una chica y dos ciclistas acudieron de inmediato a socorrerla. Los últimos eran médicos: Caicoya y José María Viétez. "Comprobé que estaba en parada, la puse de lado y le realicé un masaje cardiaco hasta que llegó la ambulancia en apenas cinco minutos", explica Caicoya, que además es colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, y para quien el encuentro fue fruto de "una mera casualidad" y "todo el mérito es del personal sanitario". Cuatro profesionales atendieron a Marisa dentro de la ambulancia y tuvieron que usar el desfibrilador en varias ocasiones hasta conseguir estabilizarla y llevarla al HUCA.

Una mujer cogió el teléfono de la víctima y buscó el número de algún familiar para avisarle de lo que estaba pasando. Llamó a una de sus hijas -María de la Rubia- que en ese momento estaba en Luanco. "Estaba con el dorsal puesto y a apunto de posicionarme en la línea de salida". De la Rubia es triatleta y el domingo tenía una competición. "Minutos antes había llamado a mi madre como hago todos los días para ver qué tal está y me dijo que iba a salir con el perro". Por eso, corrió más que nunca en sentido contrario a la meta cuando una voz desconocida le contó que a su madre "le había pasado algo en la calle". Se fue directamente al hospital y tras ver que su madre estaba estable, preguntó quién le había salvado la vida. Le contaron que dos ciclistas la ayudaron y que uno de ellos le hizo un masaje cardiaco. "En cuanto lo supe, quise localizarle para darle las gracias". Lo que hizo al día siguiente fue hacer un llamamiento a través de una red social contando el caso: "... Me gustaría agradecer la acción personalmente", terminó su mensaje.

Al día siguiente, martes, recibió la llamada que estaba esperando. "María, soy Martín Caicoya". La casualidad de que un primo segundo, sobrino de su madre, fuese el héroe que estaba buscando le hizo sonreír. "Si le llega a dar el paro en casa, creo que no hubiese sobrevivido. El 80 por ciento de las personas que sufren un episodio así y no reciben atención inmediata, fallecen", recalca María, todavía preocupada por el delicado estado de salud de su madre.

Marisa Gómez-Morán ha sufrido varios problemas coronarios en su vida, por lo que el personal sanitario le somete ahora a una estricta vigilancia en la UCI, donde evoluciona lentamente. "Mi madre se ha salvado por la solidaridad de los demás y también ha tenido mucha suerte. Se cayó en el prado, es decir, en una zona blanda. Pero de haberlo hecho en plena acera... No lo quiero ni pensar", comenta su hija.

Las últimas noticias de un ciudadano que haya salvado la vida en la vía pública a una persona que sufría un ataque cardiaco ocurrió a mediados de mes en Las Regueras. El exboxeador César Treceño le dio un puñetazo en el corazón a su compañero de trabajo en el Ayuntamiento reguerano cuando iban juntos en coche. El enfermo era el que conducía y al darse cuenta de que se encontraba mal, le dio tiempo a pisar el freno y apagar el vehículo antes de desmayarse. Treceño le propinó un fuerte golpe en el pecho y salió a pedir ayuda. El resto de compañeros le socorrieron y entre todos cubrieron al herido en una manta, llamaron a los servicios de emergencia y sacaron al hombre del coche. "Se volcaron todos, no fui yo solo", relato a este periódico este vecino de Areñes, en Las Regueras, y conocido boxeador ovetense en la década de los setenta, que llegó a alzarse con el título de campeón de Asturias de peso ligero.