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El informe económico del crimen de General Zubillaga

La víctima del asesino de la mancuerna se arruinó después de conocerlo

Isabel Márquez, con una situación económica acomodada, solicitó cuatro créditos y vendió todas sus acciones hasta quedar en números rojos

El domicilio en el que se produjo el crimen, precintado por la Policía. MIKI LÓPEZ

La situación económica de María Isabel Márquez Uría, la mujer asesinada en General Zubillaga, era acomodada hasta que conoció a su pareja Jorge Portillo, el hombre que presuntamente la mató a golpes con una mancuerna de gimnasia el pasado mes de noviembre. Así se desprende de un análisis de las cuentas económicas de la víctima, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, y que ha realizado la Unidad de Delincuencia Económica y Tecnológica de la Policía Nacional a petición del Juzgado. En los últimos cuatro años, los que duró su convivencia con Portillo, la víctima llegó a acumular hasta cuatro préstamos bancarios y tuvo que vender su cartera de acciones por 13.500 euros para contrarrestar los excesivos gastos. Cuando falleció, las cuentas estaban en números rojos y le habían cortado la luz por impago.

"A medida que transcurren los años van aumentando las retiradas de efectivo en cajeros automáticos, la obtención de préstamos y, por tanto, los gastos en amortización, generando varias situaciones de números rojos, subsanadas generalmente con el cobro de la pensión por parte de la titular de la cuenta, así como con varios procesos de venta de acciones por los que percibió diversas cantidades", subraya el informe policial.

María Isabel Márquez Uría llegó a denunciar a su pareja por sacarle 300 euros de la cuenta del banco sin su consentimiento y usando su tarjeta de crédito, pero aquello quedó en nada. "Se producen gran cantidad de retiradas en efectivo en cajeros automáticos, siendo ésta la forma más habitual de retirada de dinero de la cuenta a partir del año 2013. Igualmente comienzan a hacerse efectivas las autorizaciones de varios créditos o préstamos, de forma mensual, lo que incrementa los gastos soportados en la cuenta corriente", añade el análisis realizado por los expertos de la Policía Nacional.

Según el mismo texto, en octubre de 2013 (aproximadamente un año y medio después de empezar la relación) la mujer solicitó su tercer préstamo, y aún faltaba un cuarto, que solicitaría meses después. La situación fue aguantando hasta febrero de 2014, cuando comienzan a producirse varios episodios de descubiertos o números rojos. Es cuando decide deshacerse de su cartera de acciones, que le reportan unos ingresos por valor de 13.500 euros. Con eso y el ingreso de la pensión (1.548 euros mensuales) la economía de la pareja conseguía mantenerse a flote, aunque tuvo que renunciar a algunas de las cosas que hacía antes de conocer al hombre que acabaría matándola, como darse de baja como socia del Club de Tenis.

Durante su declaración en sede judicial, el asesino confeso de María Isabel Márquez aludió a los problemas económicos de la pareja como detonante del crimen. Aseguró que ella no era consciente de que estaban arruinados y que la mató cuando estaba a punto de enterarse para no hacerla sufrir, porque, según su testimonio, "ella no lo habría soportado". Para hacerlo, se bebió "casi de golpe" un litro de vino, ignoró la medicación que controla su trastorno de la personalidad y le asestó cinco golpes en la cabeza con la barra de una mancuerna.

De 51 años y natural de Barcelona, Jorge Portillo Vega (en prisión preventiva en Villabona) conoció a María Isabel en 2012. Apenas tenía dinero y nunca consiguió un empleo estable en Oviedo, ciudad a la que se trasladó procedente de Bilbao. Desde entonces, mantuvo engañada a su pareja contándole que disfrutaba de una situación económica saneada y que incluso esperaba recibir dinero pendiente de trabajos anteriores.

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