Los pasillos del colegio Maestro Jaime Borrás huelen a café una vez al mes. Las familias de los chavales desayunan con el director en torno a una larga mesa llena de termos y galletas. De nueve a diez de la mañana hablan de la mejor forma de educar a sus hijos y exponen sus preocupaciones en un ambiente relajado. Al final, Alfonso Alonso Cuesta se marcha a su despacho del centro educativo del barrio de Guillén Lafuerza con un folio repleto de anotaciones. "La reunión funciona muy bien porque es diferente a las tutorías de toda la vida, que también las hay, pero en las que los padres se suelen sentir más incómodos". La reunión familiar se llama "Café con clase" y es una de las muchas iniciativas que el director ha puesto en marcha este curso.

Alonso Cuesta tomó las riendas del colegio en septiembre, cuando la comunidad apenas se había repuesto del repentino fallecimiento en 2014 de Jaime Borrás (que dirigió la escuela durante treinta años y que ahora da nombre al colegio por decisión unánime del claustro). Tutor de Primaria durante un lustro, ahora lucha por conseguir la excelencia en la enseñanza de los pequeños y "poner la escuela en el mapa".

Con un total de 182 alumnos y 19 profesores, el colegio dispone de unas instalaciones de mayor capacidad que actualmente acogen a chavales de Guillén Lafuerza, el Rubín, La Monxina o el entorno del HUCA. Dotado de gimnasio, biblioteca, aula de informática y una clase por cada nivel (lo que técnicamente se conoce como colegio de línea 1), la joya de la corona del Maestro Jaime Borrás es su comedor. Este llamativo módulo amarillo se inauguró hace dos años tras las reivindicaciones de vecinos, familias y profesores, y hoy en día tiene una nómina que ronda los 85 usuarios al día.

Así, el entonces llamado colegio Guillén Lafuerza, se hizo popular gracias a la intensa lucha del barrio por mejorarlo. Pero ahora, el Maestro Jaime Borrás destaca por sus contenidos y actividades en pro de la resolución de conflictos, los valores, la enseñanza del inglés, las prácticas para el profesorado, e incluso el reciclaje.

Cuatro alumnos de Secundaria y Bachillerato del cercano Instituto Pérez de Ayala acuden los lunes por la tarde al colegio para aconsejar a los más pequeños sobre la mejor forma de solucionar un problema, evitar peleas y ser empáticos. Se trata de Geli Arrojo, Paula López, Viko Ángelo y Luis Ángel Ramírez, encantados de aportar su granito de arena.

Igual de satisfecha está Claire Van Weelden al hablar en inglés con los chavales de 4 a 12 años. Esta americana de 20 años se prepara para ser profesora de español en su país de origen. Al igual que otros dos compatriotas, hará prácticas hasta mayo en el colegio de Guillén Lafuerza gracias a un convenio con la Casa de las Lenguas de la Universidad de Oviedo. "Los chicos tienen buen nivel de inglés y es fácil interactuar hasta el punto analizar un libro", explica la joven antes de comenzar la lectura de "Commotion in the ocean" ("Conmoción en el océano") con los de cuarto de Primaria. Y es que el programa del colegio incluye la enseñanza de la asignatura de ciencias sociales en inglés, además de la habitual asignatura de la lengua de Shakespeare.

La preservación del medio ambiente también forma parte de la rutina del colegio Maestro Jaime Borrás. Los chicos de quinto y sexto se turnan para vigilar el patio tres días a la semana. Eso significa que deben asegurarse de que sus compañeros depositan correctamente la basura en los contenedores de reciclaje, y que les explican por qué es importante que lo hagan. Los chavales constituyen las "brigadas de patio" y por el momento están consiguiendo su objetivo sin que se escape un sólo papel, plástico o residuo orgánico.

Los miembros de la Ong MPDL (Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad) son otros de los rostros habituales en el centro educativo al organizar talleres en defensa de la solidaridad.

"Somos un cole activo en continua búsqueda de la excelencia", recalca el director, que mostrará el centro en una jornada de puertas abiertas el próximo jueves.