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El alcalde que esperó 36 años

Wenceslao López fue candidato en las primeras elecciones, el 3 de abril de 1979, tras ser propuesto "por sorpresa" para liderar el PSOE

El alcalde, Wenceslao López, con el programa electoral del PSOE de las elecciones de 1979, el pasado viernes, en su despacho del Ayuntamiento. IRMA COLLÍN

Hace diez meses, Wenceslao López se enteró por un susurro de que iba a ser alcalde de Oviedo. Estaba en el salón de plenos del Ayuntamiento, tenía 67 años, el pelo corto y canoso, raya al lado y la corbata rojo PSOE.

Hace 37 años, Wenceslao López se enteró por un grito improvisado de dos militantes de que iba a competir por encabezar el PSOE. Estaba en una asamblea de la AMSO, tenía 31 primaveras, el pelo largo y moreno, raya al lado y una corbata oscura.

Entre Wenceslao y Wenceslao van 37 años, los 37 que han pasado desde que se celebaron las primeras elecciones democráticas, un domingo 3 de abril, como hoy, pero de 1979. Entonces, Wenceslao López era un tipo que trabajaba en IBM y daba clase en la Universidad y que en sus ratos libres hacía de candidato del PSOE: se plantaba en la calle Uría a dar mítines con un megáfono e iba a las plazas de los barrios a hablar cara a cara con los vecinos. Así se hacía campaña en aquel Oviedo sin twitter ni internet.

La historia del dirigente socialista es la de un Alcalde que tuvo que esperar 36 años para serlo. Entonces, se quedó a 1.636 votos de Luis Riera (UCD), regidor de la primera Corporación democrática de la ciudad: UCD 12 concejales, PSOE 11, Partido Comunista, 2 y Coalición Democrática otros 2. "Éramos nuevos, gente joven, con ilusión, que improvisábamos. Todo era novedad".

La novedad era la democracia. Eran, en realidad, 27 concejales que no sabían cómo se hacía (si se votaba a mano alzada, cómo era el turno de en los plenos, qué eran las comisiones) en un Oviedo que no hablaba de asturcones, ni calatravas sino que debatía si hacer un nuevo Carlos Tartiere (en San Claudio o en Montecerrao) para el Mundial de Naranjito o si conceder el servicio de transporte a una empresa desconocida llamada TUA.

En aquel mundo de democracia en pañales,Wenceslao López pasó en pocos meses de ir el número 47 de la lista del PSOE liderada por Cándido García Riesgo a ser el número uno casi sin darse cuenta. Resultó que Riesgo dimitió meses antes de los comicios y en la asamblea de la AMSO para elegir candidato alguien gritó su nombre "por sorpresa". "Iban de candidatos Rafael Fernández y Ludivina García. Y de repente, en plena asamblea, me propusieron. Estaba en la ejecutiva, pero fue sobre la marcha", rememora.

El caso es que su nombre resultó elegido y ocurrió algo que hoy sería imposible: no se hizo público en dos semanas, tiempo que tardaron en ratificarlo desde la FSA. "Hoy con un wassap las cosas vuelan, pero antes no había tantos medios", señala el regidor.

No había medios, y había poco dinero. La campaña, explica, fue presencial, barrio por barrio, puerta por puerta. "La gente iba a los mítines, no como ahora. Iba a más de un partido, quería ver, estar presente", explica. No había carteles con su cara por las calles sino con el el puño y la rosa del PSOE. No había dinero para más. Si se quería otra cosa, había que improvisar. Y eso hicieron: "Teníamos que anunciarnos nosotros al menos una vez antes de las elecciones. Y decidimos pagar un anuncio en LA NUEVA ESPAÑA. Nos vimos los 27 de la lista del PSOE y reunimos las 60.000 pesetas que nos costó", asegura.

El día de las elecciones, Wenceslao fue a votar por la mañana al colegio de La Ería junto a su mujer. Vivía en Valentín Masip esquina Comandante Vallespín y ese día estuvo recontando votos hasta las tres de la mañana en la sede de la AMSO, entonces situada en los Alsas. "Recuerdo caras sonrientes, gente ilusionada. Ese día fue una conquista", dice. "Fue muy emocionante", interviene Aida Oceransky, concejal entonces por UCD y hoy presidenta del colectivo judío. "Era como estrenar algo nuevo. Se notaba en la gente. La democracia fue como la primavera. Todo floreció. Cambió la cara a la gente", añade.

Wenceslao perdió las elecciones, pero entró en el gobierno de Riera en coalición con Unión de Centro Democrático y Coalición Democrática, que fue el germen de Alianza Popular y del actual PP. Aquel pacto se fraguó en el Centro Asturiano. López fue designado concejal de Economía y fue el autor del primer presupuesto, hecho a mano en un papel.

Esa gran coalición duró más o menos un año, el tiempo en que López forzó la ruptura. Para ello escribió un artículo que mandó al desaparecido periódico Asturias Diario y que tituló "¿Quién Gobierna Oviedo?". Dejaba entrever que las riendas las llevaba el PSOE. Al leerlo, Riera "montó en colera" y se rompió el acuerdo. "Ahora lo puedo reconocer. Fue intencionado", confiesa López. "El PSOE tenía que demostrar que, además de ser democrático, sabía gobernar. Lo habíamos hecho durante un año. Llevábamos Economía, Mercados, Educación, Transporte. Las áreas de peso eran nuestras", señala.

Wenceslao pasaba así a la oposción. A liderar la oposición. "Fue una gran experiencia. Una labor dinámica. Nunca nos censuraron. Había controversia y fuertes debates políticos, pero todos nos llevábamos bien", afirma.

Fue el mandato del buen rollo. "Estábamos como niños con zapatos nuevos; no sabíamos cómo funcionaba nada. Había debates pero nos llevábamos muy bien", señala Oceransky, que fue concejal de Parques y Jardines con un presupuesto de 200.000 pesetas. "Al día siguiente de las elecciones no sabíamos qué hacer. Te llamaban y te decían: tienes una comisión. Y no sabías qué era. Te llevaban expedientes y no entendías el lenguaje. Los funcionarios nos ayudaron mucho", añade Ocenransky, que luego fue expulsada por Riera al votar a favor del aborto en un Pleno. Oceransky no sabía entonces que el acta era propia del concejal y que podía no renunciar. Así que cuando le dijeron que tenía que irse se fue. "Fue un mandato intenso y la ciudad avanzó mucho. Existía un gran compañerismo", corrobora Antonio Landeta, exconcejal de CD y que recuerda cuando tuvo que recalentar los bollos para entregar en una fiesta por una huelga de panaderos.

Fue el mandato en el que un puñado de concejales improvisaron en tiempo real la democracia, entre ellos Wenceslao López, que iniciaba el primero de los 35 años que tendría que esperar para ser Alcalde. "Entonces había ilusión para un cambio. Hoy hay ilusión para un recambio", sentencia.

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