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La situación de los implicados en la pelea de General Elorza

La mafia rumana controla a varias familias en Oviedo que mendigan por "comida y techo"

La Policía, que sólo puede actuar si utilizan a menores, asegura que "es un negocio muy rentable" que aumenta cada año "por el efecto llamada"

Un hombre, pidiendo lismona ayer en la plaza Porlier. MIKI LÓPEZ

Ileana tiene diecisiete años y un hijo de dos a su cargo. Vive en un piso del barrio de Buenavista junto a otros doce inmigrantes rumanos de etnia gitana y cada día se levanta temprano para salir a mendigar por las calles de Oviedo "a cambio de un catre en el que dormir y un plato de comida" para ella y su pequeño. Si la jornada se da bien puede llegar a recaudar "más de cincuenta euros" en monedas, pero no le duran mucho en el bolsillo porque a la noche tiene que entregárselo todo a su jefe, un compatriota con muy malas pulgas que es la cara visible de la mafia que la trajo a Asturias. La trama se dirige desde Rumanía, donde todo está jerarquizado. Ileana es un nombre ficticio, la protagonista de esta información nunca desvelaría el suyo, pero su historia forma parte de la cruda realidad de un colectivo extorsionado por peligrosas organizaciones delictivas que cada vez es más numeroso en Oviedo. De hecho, según fuentes policiales, una buena parte de los integrantes de las dos familias que se enfrentaron a navajazos el pasado lunes en la calle General Elorza -con un balance de 12 detenidos y cinco heridos por arma blanca, dos de ellos graves- se ganan la vida mendigando para estas mafias.

Los vecinos del edificio en el que reside Ileana aseguran que el hombre que alquiló el piso "pagó dos meses por adelantado" y nunca más se le vio por allí. "Son muchos y hacen bastante ruido por las noches, pero cuando alguien sube a pedirles cuentas se esconden en las habitaciones y sólo sale una persona a dar la cara", señala una de las comunitarias. Por las mañanas, a Ileana y a sus compañeros de piso "viene a buscarles un coche grande, de esos caros" y los lleva hasta diferentes puntos de la ciudad para ejercer la mendicidad. Cada clan o familia gitana tiene una zona asignada por las mafias, casi siempre cerca de iglesias, supermercados, centros comerciales o en calles muy transitadas. "El conductor es un hombre fuerte, intimida", señalan los vecinos.

Así funcionan las mafias en Oviedo. La Policía Local inició hace meses una investigación relacionada con la mendicidad ejercida por ciudadanos rumanos de etnia gitana tras recibir varias quejas sobre una supuesta extorsión a feligreses, sobre todo de edad avanzada, en determinadas iglesias de la ciudad. "La forma de pedir era agresiva y en cierto modo les intimidaban. Iniciamos una investigación que prosiguió la Brigada de Extranjería de la Jefatura Superior de Policía", explicaron ayer fuentes del área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Oviedo. Al margen de esta investigación, la Policía Local -que tiene las competencias en materia de ocupación de las vías públicas- ha actuado también en casos puntuales de mendicidad "en determinados sitios que estaban molestando". Se refieren a la entrada de establecimientos comerciales, cuyos titulares avisaban a la Policía del "problema" que estaban padeciendo. La manera de proceder es sencilla, una patrulla se desplaza al lugar indicado "y se les invita a que se marchen". No ponen ningún tipo de resistencia porque su intención es pasar desapercibidos: jamás denuncian a las mafias que les explotan ni piden ayuda para salir de la red.

"Es muy difícil de cortar, la mendicidad no está prohibida. No hay control de entrada en las fronteras y en el único caso que podemos actuar es cuando utilizan menores para pedir", aclara la Policía Local. También han actuado contra la mendicidad en el entorno de los semáforos, por los riesgos que entraña esta práctica para las personas que la ejercen y también para los usuarios de la vía. La entrada en la ciudad por la Plaza de Castilla es uno de los pocos semáforos donde aún es habitual encontrarse con personas pidiendo a los conductores.

Mientras, en la Jefatura Superior de Policía adelantan que el "efecto llamada" en la ciudad ha incrementado "considerablemente" el número de personas de etnia gitana procedentes de Rumanía. Así, explican que los primeros clanes comenzaron a asentarse en la ciudad hace por lo menos una década, y que con el paso de los años han ido llegando más parientes. "Obtienen sus ingresos de pedir en la calle, de la chatarra y también de la delincuencia. Las mafias son impenetrables y la mayoría de los datos que se manejan sobre estas actividades son meras suposiciones. Lo que es una obviedad es que están pidiendo y que el negocio es rentable, sobre todo en grandes capitales como Madrid", explican.

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