Entre la "crónica de una muerte anunciada" y "hay que esperar a los resultados de la investigación que hay en marcha". Así, se pueden resumir las dos comparecencias que ayer se sucedieron para tratar de explicar lo ocurrido el pasado jueves en el incendio del edificio del número 58 de la calle Uría en la que falleció un bombero -Eloy Palacio Alonso, sierense de 55 años- y resultó herido su compañero Juan Carlos Fernández Granda.

Mientras, la investigación de lo sucedido prosigue y ya han declarado ante los responsables de la investigación -el Juzgado de Instrucción número dos y la Policía Nacional- tres mandos de Bomberos y el herido. Según pudo saber ayer este periódico, los tres mandos coinciden en señalar que en cuanto se dio por perdido el edificio ordenaron a los bomberos que trabajaban en la extinción del fuego "atacar (las llamas" desde el exterior". Esta versión no coincide al cien por cien con la ofrecida ayer a los investigadores por Juan Carlos Fernández Granda, que trabajaba junto al fallecido en la última planta del edificio. El bombero, según fuentes consultadas por LA NUEVA ESPAÑA, aseveró que la única orden recibida fue la de "evitar que el fuego se propagara" a los edificios colindantes. Y dado que había unos archivos y papeles humeantes que no había manera de apagar con la manguera, cerca de la pared colindante con el otro edificio, optaron por acabar con los últimos rescoldos removiendo la masa de celulosa. Fue en ese momento cuando el suelo se hundió y ambos cayeron desde una altura de unos 12 metros.

Al mismo tiempo, y en una rueda de prensa, bomberos de Oviedo adscritos al sindicato CSI (Corriente Sindical de Izquierda), la central mayoritaria en el cuerpo, pidieron ayer la cabeza de José Manuel Torres, jefe del servicio, "de manera inmediata". Lo hicieron al mediodía en un larga comparecencia en la que realizaron varias acusaciones sobre la situación del Cuerpo de Bomberos ovetense y "el caos total y absoluto" que se vivió durante las más de siete horas que duraron las labores de extinción del incendio. Luego, ya por la tarde, Ricardo Fernández (PSOE), concejal de Seguridad Ciudadana, trató de explicar -"teniendo en cuenta que todavía hay mucho que aclarar", dijo- lo que sucedió en lo que calificó de "un incendio de una violencia inusitada que no fue normal".

"Lo que se produjo el otro día fue la crónica de una muerte anunciada", apuntó ayer Miguel Ángel Ordóñez, delegado sindical de CSI en el Servicio de Extinción de Incendios (SEIS) de Oviedo. La alusión a la novela de Gabriel García Márquez sirvió para que Ordóñez enlazara una serie de deficiencias estructurales en los Bomberos y de fallos en el operativo que se desplegó para sofocar el incendio que destruyó el edificio de Uría, 58. Ordóñez resumió estos últimos con una contundente frase: "Con una manguerina no había nada que hacer". Bajando al detalle, el sindicalista denunció que durante la intervención falló casi todo: la presión del agua, la ausencia de señalización para saber dónde se encuentran las bocas de riego...

Pero sobre todo, los miembros de CSI denunciaron la ausencia de un centro de mando desde el que coordinar todas las operaciones. También pusieron en tela de juicio el papel de José Manuel Torres, jefe del SEIS. "Nadie asumió la dirección ni el control del siniestro", señaló Ordóñez, que enlazó que "el responsable del SEIS nunca fue consciente de la gravedad del incendio". Ordóñez fue más allá y aseguró que hubo problemas de comunicación con el jefe de bomberos ya que se encontraba en primera línea luchando contra el incendio en el que "él mismo pudo perder la vida". y añadió que "nadie dio la orden" de que los bomberos siniestrados bajaran del edificio.

Además, aseguró que en el interior del edificio había "otros tres bomberos". En este punto, Ordóñez aseguró que "fue un cabo en un ejercicio de insumisión" el que solicitó más refuerzos y llamó a trece bomberos fuera de servicio. Y que fue el 112 quien ofreció su apoyo y no el Ayuntamiento que solicitó el respaldo de Bomberos de Asturias.

Por su parte, el edil Ricardo Fernández defendió la actuación tanto de los mandos como de los bomberos heridos y aseguró que "no hubo carencia de agua para afrontar" la extinción del incendio. Aunque reconoció que "no digo que no se produjeran errores, pero hay que ser prudentes, ponderados y considerados", ya que "hay una investigación en marcha". Precisamente se basó en las declaraciones de los mandos que estuvieron en el operativo para defender su papel, en contra de las acusaciones de CSI. Fernández aseveró que de éstas declaraciones se deduce que "hubo una dirección" para coordinar todos los trabajos de extinción que se llevaron a cabo durante el suceso y que hubo "órdenes" para que el fuego se atacara desde el exterior una vez que se comprobó que el edificio no se podía salvar.

Eso sí, el edil aseguró que "si a raíz del resultado de la investigación se encontrara una decisión negligente, habrá la obligación de tomar medidas". Y estas medidas podrían incluir cambios en la dirección del servicio de extinción de incendios, tal y como reclama CSI.