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Camarero y secretario personal

Vicente Díaz, trabajador del bar La Paloma, recibe a los clientes de los abogados que han perdido su despacho en el incendio

Vicente Díaz atiende al abogado Fernando de Barutell y a la comerciante Patricia González en La Paloma. MIKI LÓPEZ

"Han venido a verle dos personas. Les dije que vendría en un rato porque está con otro cliente. ¿Y usted qué quiere?, ¿gambas a la gabardina con una cañita? Marchando". Vicente Díaz más que correr, vuela por la barra del bar La Paloma, en la calle Independencia, para atender a todos los que se agolpan a su alrededor. Tan pronto abre el grifo de cerveza como coge el teléfono, apunta un mensaje, da recados o guarda cartas importantes. Desde que el jueves se quemasen los edificios de Uría 58 y Melquíades Álvarez 25, se ha convertido en "camarero y secretario personal".

Él mismo lo dice sin reparar demasiado en el interlocutor, una vez que satisface sus demandas. Encasilla a la persona que tiene delante en una de estas dos categorías: la de ocio o la de trabajo. Los que pertenecen al segundo tipo son nuevos. De hecho, van allí hace sólo cinco días. La mayoría son abogados que se han quedado temporal o definitivamente sin despacho, aunque también acuden comerciantes de la zona que necesitan recibir la mercancía de los proveedores o la correspondencia.

El penalista Fernando de Barutell, que tiene su sede de trabajo en el inmueble anexo al que se quemó en Uría, fue uno de los primeros en trasladar parte de sus archivos a este bar y convertirlo en una extensión de su oficina, cerrada hasta nuevo aviso. "Me estoy planteando alquilar otro despacho si el Ayuntamiento no nos permite regresar al 60 de Uría en menos de veinte días. Pero como nadie nos dice nada, de momento aguanto así. Desviando las llamadas a mi móvil y recibiendo gente aquí". Su colega de profesión, Joaquín de la Riva, asiente con la cabeza mientras se toma un café y renuncia a comer una gamba rebozada. Vicente se las ofrece cada dos por tres, que para algo ya son habituales.

También se producen casualidades en plena barra. Dos chicas que van a llorar sus penas en La Paloma ante la imposibilidad de abrir su zapatería por razones de seguridad, se encuentran con los abogados. "Oye, pues igual nos podéis representar porque estamos algo perdidas", les dicen. Y todos salen ganando.

Colegio de abogados

El Colegio de Abogados de Oviedo ha reconocido a través de una circular interna que "varios despachos se vieron seriamente afectados por el incendio" de los edificios de Uría y Melquíades Álvarez y tiende la mano a los compañeros para hacer de puente con los tribunales: "Este Colegio ha comunicado por medio del Tribunal Superior de Justicia la situación de algunos profesionales a los Tribunales de Asturias a fin de que se puedan adoptar las medidas procesales oportunas, en su caso, de suspensiones de señalamientos y curso de plazos".

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