La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El recorrido

Agua que acuna el silencio

Cascada de Celón.

La ruta del Silencio se inicia en la localidad de San Cristóbal, en Villanueva de Oscos, a la que llegamos después de coger una pista asfaltada que sale desde el pueblo de Penacoba en la carretera que conduce a Villanueva desde el puerto de la Gargantada

En la Sierra de la Bobia nacen algunos de los ríos mas importantes del occidente Asturiano. En la parte norte el Porcía y el Suarón y por el Sur el Ahio. Es en el hermoso valle de cabecera del río Ahio donde se encuentran las cascadas de Picón y Celón, entre la abundante vegetación de bosques de castaños, robles y madroños así como olmos, abedules, serbales y acebos entre otros.

Los musgos y líquenes cubren la totalidad de las piedras, los muros de las antiguas fincas y los de las corripas, donde se almacenaban las castañas. Es esta parte del bosque un rincón de ensueño, un auténtico cuento de hadas, es el paraíso perdido, donde el silencio, el trinar de las aves, el murmullo del agua y del viento han puesto nombre a la ruta que lo recorre.

El último paraíso virgen. Es en resumen un lugar de belleza incomparable, y quizás el secreto de la misma sea el ser un pequeño paraíso olvidado, allí simplemente el tiempo parece haberse detenido. Os invito a conocerlo y también a respetarlo, pues no lo olvidéis: es el último paraíso virgen que nos queda. Es esta ruta sin duda una de las más bellas de Asturias y que se debe a estas personas que me enseñaron el recorrido que dio origen al PR AS 209: La ruta del Silencio.

Aunque las cascadas se encuentran en la ruta conocida como ruta del Silencio, el itinerario descrito es únicamente para llegar a las cascadas, de la manera más rápida posible. Si se tiene tiempo, merece la pena hacer el recorrido entero. Se inicia en el pueblo de San Cristóbal, donde el tiempo parece haberse detenido varios siglos. Desde la capilla vemos el Valle del río Ahio cubierto de un hermoso manto de bosque autóctono que nos deslumbra con su típico colorido.

Por sendas que descubren exuberantes bosques. Después de visitar el pueblo, regresamos a la pista de acceso y dejándolo a nuestra espalda, cogemos la senda que hemos traído hasta llegar a la curva. Aquí la abandonamos para seguir por la de la derecha, desde donde tenemos una excelente vista de San Cristóbal y del collado donde se asienta, totalmente rodeado por exuberantes bosques, así como del valle por donde discurre el río.

A poca distancia el ancho camino cruza por encima de un reguero. Nos encontramos con una pista a la izquierda que ignoramos. Seguimos de frente un corto trecho, hasta que vemos un camino a la derecha que desciende y se interna en el bosque. Según vamos bajando rodeamos A Penagorda para llegar junto al Ahio, no sin antes haber ignorado un desvió a la izquierda que nos lleva hasta la aldea de Picón.

Los restos de un antiguo molino. El río nos recibe con los restos de un antiguo Molino totalmente cubierto de musgos en un entorno donde solo faltan los trasgos y las xanas para completar el paisaje. Estamos entrando en los dominios de los reyes del silencio y la penumbra, que dominan todo el entorno. Nada más pasar el molino el camino da un brusco giro a la izquierda, para continuar llevando el río Ahio a la derecha, hasta que nos encontramos con un pequeño puente de madera.

Al llegar a él debemos continuar de frente, sin cruzarlo siguiendo el cauce del río, hasta que llegamos a la altura de un gran tronco caído, donde nos separamos un poco hacia la izquierda, para llegar a un tramo donde el camino se estrecha. A partir de aquí oiremos el rugir del agua al caer y poco a poco veremos entre los arboles la majestuosa cascada de Picón, que aparece como si nada, a través del tupido bosque.

La cascada de Picón ante la vista. Poco después llegamos a la cascada, un lugar verdaderamente hermoso; el sitio es grandioso en medio de un bosque de árboles enormes que nos hace sentirnos como en un escenario de cuento de hadas. Retrocedemos hasta el puente de madera, donde debemos continuar hacia la izquierda, cruzando por él y continuar por el sendero en medio de un bosque de árboles enormes que nos hace sentir como en un escenario de cuento, llevando arroyo de la Carriza a la derecha, hasta que lo cruzamos.

La cueva de Regatón. Es en este punto donde a la izquierda y a poca distancia, se encuentra la Cueva de Regatón, de trescientos metros cuadrados, en la cual en el año 1.936 durante la guerra civil, se refugiaron siete personas durante ocho largos meses. Con la llegada de la primavera iniciaron su camino en dirección a Francia. No todos ellos consiguieron llegar a su destino; algunos perdieron la esperanza como Gualdo de Muralla que se suicidó antes de llegar. Tras años de estancia en Francia, volvieron a su tierra de origen.

Restos históricos de tiempos pasados. Si logramos dar con la cueva veremos los restos de las literas y los utensilios que estas personas utilizaron durante su estancia. Desde la cueva se observa perfectamente San Cristóbal, donde los vecinos de entonces, tenían un sistema de comunicación con los que estaban en la cueva. Consistía en colgar ropa blanca en una de las ventanas que daban vista a la cueva, para indicar que estaba la guardia civil en los alrededores y que no podían subir a por comida.

El ascenso hacia Celón y el arroyo de la Carriza. Una vez cruzado el río iniciamos el ascenso, donde nos encontramos con una maroma y escalones que nos ayudaran a ascender, sobre todo si el suelo esta mojado y, que nos lleva junto a una desviación a la izquierda, perfectamente señalizada. En este punto nos desviamos a la izquierda por un estrecho sendero hacia la cercana, hermosa Cascada de Celón, que forma el arroyo de la Carriza. El regreso lo haremos por el mismo recorrido que trajimos anteriormente.

Compartir el artículo

stats