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"Falló la grúa, faltó agua y se estropearon la emisora y el equipo de respiración", según el bombero superviviente

"Ningún mando nos dio instrucciones de no bajar de la cesta", asegura Juan Carlos Fernández

Eloy Palacio, abajo y Juan Carlos Fernández, en el brazo articulado el día del incendio. MIKI LÓPEZ

Una retahíla de fallos técnicos y de medios rodearon los momentos previos a la muerte del bombero Eloy Palacio durante la extinción del incendio de Uría. Así lo ha denunciado en su declaración oficial ante los investigadores de la Jefatura Superior de Policía el compañero del fallecido, Juan Carlos Fernández Granda, "Cuni", que sobrevivió al derrumbe del inmueble. En esta declaración, a la que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, también admite que los dos trabajadores se bajaron de forma voluntaria de la cesta del brazo articulado de bomberos para extinguir un fuego que se les resistía en la buhardilla. Sin embargo, en contra de lo declarado por los mandos del servicio, Fernández Granda afirma que "ninguno de los responsables ni participantes en el siniestro nos comenta ni da instrucciones de no bajar de la cesta por riesgo de derrumbe".

La primera orden que según el bombero superviviente recibieron él y su compañero (por emisora) cuando trabajaban en la plataforma elevada fue "utilizar el monitor de agua, un cañón que echa un caudal de 3.000 litros por minuto para intentar evitar la propagación del incendio a los edificios colindantes". En esas estaban cuando el brazo que sostiene la plataforma, extendido al máximo, empezó a fallar. "Falló el detector de colisión de la cesta, que evita que te acerques demasiado a la fachada. Tuvimos que apagar el camión desde el cuadro de mandos; estuvo fallando todo el rato y lo fuimos arreglando como pudimos", manifestó el bombero a la Policía. Tal era el bamboleo en la plataforma, que tuvieron que anclarse para no caer. "Los movimientos eran muy bruscos", declaró. Y el bombero fallecido, Eloy Palacio, vio tan cruda la situación que le llegó a comentar la posibilidad "de replegar completamente".

Por si fuera poco, les faltaba el agua. "Cada poco tiempo solicitábamos agua porque el monitor se quedaba sin caudal. Hay momentos en los que estamos en la cesta parados porque no teníamos agua, eso se ve en las fotos", relata el superviviente. En ese trance recibieron una orden por emisora -no sabe precisar de quién- en la que les ordenan cerrar el monitor y usar las mangueras. Es más, Fernández Granda cree que esta deficiencia de agua "fue determinante" para que se incendiase la claraboya en cuyas labores de extinción les pilló minutos después el derrumbe.

También falló la emisora. Lo deja claro el bombero herido en el siniestro. "Quiero decir que las transmisiones eran deficientes: por la duración, el ruido y el mal funcionamiento", explicó. De hecho, según su testimonio, la radio de Eloy Palacio no debía marchar bien porque "cada vez que tenía que comunicar una incidencia me pedía la radio". Juan Carlos Fernández ni siquiera llegó a usar el sistema de manos libres del casco "porque falla habitualmente, y en el parque de bomberos lo saben".

En medio de todo este caos, los dos bomberos aún tuvieron que enfrentarse a un problema más: los equipos de respiración semiautomática dejaron de funcionar. "Nadie se dio cuenta de que dejaron de funcionar, aunque tiene un aviso acústico muy potente", dijo. Tras extinguir el incendio en la buhardilla Juan Carlos Fernández explica que, durante 25 minutos y anclado a la cesta, estuvo apagando "toneladas" de papel acumulados en esa zona. Hasta que la respiración autónoma también se acabó y replegaron el brazo para bajar a la calle y reponer material.

Es justo en ese momento de la operación cuando Eloy Palacio mantiene una conversación con un mando, el inspector Luis Díaz Montes, que aseguró a la Policía que él, personalmente, le dijo al bombero fallecido que no se bajasen de la cesta bajo ningún concepto. "Luis le estaba diciendo a Eloy que se estaba reiniciando arriba el fuego, que subiéramos otra vez para refrigerar y evitar la propagación", manifestó Fernández Granda en Comisaría. Así que subieron a la plataforma por última vez. El superviviente preguntó a su compañero que si el brazo articulado seguía con fallos. Palacio respondió: "Nos apañamos". Ascendieron por la fachada echando agua; al llegar arriba los papeles seguían ardiendo y continuaron tratando de apagarlos durante media hora "desde la terraza de la cesta, anclados" pero no lograban extinguir el fuego. "Decidimos salir los dos, el forjado era de hormigón y parecía estable. Nos bajamos, esta vez sin anclaje, porque con la longitud de las cintas era imposible atajar, extinguir y refrigerar el incendio". Fueron cinco minutos, según su testimonio. Después "el suelo se derrumbó".

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