La inspiración filosófica esencial de Miguel de Cervantes no proviene de Erasmo de Rotterdam, sino de la escuela aristotélica a través de una cadena que parte del italiano Pietro Pomponazzi y pasa por Ginés de Sepúlveda, Garcilaso de la Vega y Diego Hurtado de Mendoza. Ésta es la audaz hipótesis que ayer expuso en la Fundación Gustavo Bueno, en Oviedo, el filósofo Pedro Insua, en un contexto marcado por el cuarto centenario de la muerte del mayor escritor español de todos los tiempos.

En su réplica a quienes, como el hispanista Marcel Bataillon, han querido leer el "Quijote" en clave erasmista, Insua apuntaló las tesis de José Antonio Maravall y del propio Gustavo Bueno (entre otros), enfatizando que en Erasmo "hay un elemento esencial, que es el pacifismo, el irenismo, que en Cervantes no aparece para nada, ni siquiera en su biografía como soldado en Lepanto". Frente a Ganivet y otros comentaristas, Insua sostuvo que Cervantes tiene un pensamiento, no es un lego, y que la fuente directa principal es Sepúlveda. "Cervantes tiene una formación filosófica importante", subrayó.

Pedro Insua Rodríguez (Vigo 1973) vive en Madrid desde 1992, año en el que se trasladó a la capital de España para estudiar Filosofía en la Universidad Complutense. Es profesor de filosofía en un colegio concertado de Fuenlabrada. En 1993 tomó contacto con el materialismo filosófico y es autor del libro "Hermes Católico", acerca de la conquista de América, en concreto de la justificación de los títulos de conquista por parte de los españoles. Tiene en prensa un segundo libro, cuyo título provisional es "La idea de guerra y de paz en Cervantes", y que combate la lectura erasmista de Cervantes. Réplica que constituyó la almendra de su conferencia de ayer.

Quienes niegan la impregnación erasmista de Cervantes esgrimen principalmente un pasaje del Quijote, el discurso de las armas y de las letras, en el que "Cervantes reivindica la guerra, las armas, en cuanto tienen como fin la paz, y declara que la dignidad de las armas es superior a la de las letras, que tienen como fin la justicia". En cambio, "Erasmo entiende que la milicia es absolutamente incompatible con el cristianismo", y viene a argumentar que "si combatimos a los turcos con la guerra nos convertimos en turcos".

Insua expuso lo que considera "una hipótesis bastante sólida" acerca de la conexión de Cervantes con el pensamiento de Aristóteles. Y situó como eslabón fundamental a Ginés de Sepúlveda (1490-1573), quien "en su libro 'Democrates I' reivindica la compatibilidad entre la milicia y el cristianismo". Sepúlveda -sacerdote, filósofo, jurista e historiador- es un aristotélico que estudió en Bolonia con Pomponazzi y que ha pasado a la historia como antagonista de Bartolomé de las Casas, al otorgar legitimidad a la conquista española de América y al trato dispensado a los indígenas.

A juicio de Pedro Insua, el objetivo último de los abanderados del erasmismo cervantino consiste en "salvarlo de la leyenda negra, excluirlo de la complicidad de la sociedad española de su tiempo, que muchos consideraban proclive a la Inquisición, decrépita, pobre, con el pensamiento anulado". Un estereotipo, precisó el conferenciante, "muy difícil de compaginar con los autores del Siglo de Oro".

"La tesis de Bataillon es que la influencia de Cervantes es extranjera y que Europa salva a España, que la brillantez del pensamiento español procede de fuera", señaló el filósofo vigués. Contra este lugar común, Insua agregó que "la labor poética de Cervantes comienza a instancias de un general inquisidor, Diego de Espinosa, como homenaje a Isabel de Valois con motivo de su muerte".