Una mujer de menos de 40 años llegó a urgencias del Centro Médico con un dolor en la zona lumbar que le afectaba también en una pierna. A los pocos minutos empeoró y su extremidad empalideció por completo hasta llegar a perder la sensibilidad. Lo que parecía una simple lumbalgia o una ciática, en realidad era un síndrome aórtico agudo que por poco acaba con su vida de no ser por la rápida intervención de los profesionales. "Las dolencias que se ven en urgencias a veces no son lo que parecen". Con un discurso ágil y didáctico plagado de ejemplos, Elena González abrió ayer la mesa redonda , "Unas horas, unos días hospitalizado. La asistencia en las unidades de enfermería", que se celebró en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

La enfermera de urgencias compartió estrado con cuatro compañeras. Así, participaron en el debate, Edith María Álvarez, que trabaja en la UVI; Raquel González, de laboratorio; y Laura Ibáñez y Nuria de Luis, que desarrollan su labor en planta.

El médico Ángel Álvarez presentó el acto y alabó la dedicación de las enfermeras, a las que dedicó un texto del filósofo Byung-Chul Han (autor de "El aroma del tiempo") en el que recomienda una "mano calma" en época de prisas y aceleración.

Edith profundizó en el trato directo con los enfermos, con los que los trabajadores de la UVI pasan jornadas enteras. "Hay que empatizar con el paciente, que suele tener miedo y estar confuso". Para ilustrar sus palabras puso el sonido de un día cualquiera en la Unidad de Vigilancia Intensiva. Pitidos y ruidos similares a un fuelle resonaron en la sala e inquietaron al público. "Háganse a la idea de estar en ocho metros cuadrados mirando al techo, rodeados de cables. Casi como en una nave espacial", dijo la joven antes de dar el relevo.

Habló entonces Raquel González, que hizo una profusa descripción de las tareas de una enfermera de laboratorio. Las extracciones de sangre, las transfusiones, las autotransfusiones o el apoyo emocional formaron parte de su discurso, en el que además insistió en la importancia de "perder el miedo a lo pinchazos", ya que "las analíticas no se piden por pedir, son fundamentales".

Laura y Nuria pusieron el broche de oro a la mesa redonda al afirmar que "la enfermería es una ciencia que no deja de evolucionar" y pusieron como ejemplo la informatización de buena parte de los procesos en planta, donde tiene una media de 2o o 30 pacientes a su cargo. "Somos algo así como los ojos del médico cuando no está", concluyó la joven Laura Ibáñez.