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La última perla de El Asturcón

"Me da pena lo que pasa en el hípico", dice Covadonga Martínez-Hombre, que acumula títulos y 14 años en el centro

Covadonga Martínez-Hombre, a lomos de su caballo "Dumledore", en El Asturcón. IRMA COLLÍN

La primera vez que pisó El Asturcón empezó a ver caballos de un lado para otro y alucinó. "Me quedé impresionada. Ahí empezó mi obsesión". Tenía cinco años.

Hoy, Covadonga Martínez-Hombre tiene 19, los ojos azules y un palmarés que describe lo que es: una promesa de la hípica, medalla de oro, plata y bronce en varios campeonatos de doma, la última perla del centro ecuestre El Asturcón.

A esta joven ovetense, estudiante del San Ignacio, primero, y de Derecho y Administración de Empresas en la Universidad de Oviedo después, la hípica le costó muchas fiestas y muchas excursiones con sus amigas. Muchos fines de semana. Pero le dio igual. "Me he tenido que perder cosas, pero lo hice encantada. Los caballos son mi pasión", cuenta con voz suave, tímida, mientras mira de reojo a su caballo.

Su caballo actual se llama "Dumbledore", como el personaje de Harry Potter. Es un caballo de doma, marrón, que fue a ver y a probar a Holanda, "muy elástico en el trote y en el galope", dice David Presa, su entrenador, el que viaja con ella a donde toque: a Jerez, a Madrid, a Navarra, a Segovia, a Galicia...

Covadonga pisó por primera vez El Asturcón a los cinco años y cuando se quiso dar cuenta ya estaba a lomos de uno, concursando, ganando. A los doce empezó a competir en concursos de salto, modalidad que dejó a los 17 porque "cogió miedo". No por ninguna caída, no por ninguna mala experiencia. Por una cuestión natural. "La altura cada vez iba a más. Y cuando pasé del 1,20 metros a 1,30 metros, no quise continuar", explica.

Y entonces llegó la doma, modalidad que considera "más bonita, más alegre, más técnica". Y empezó a ganar: medalla de bronce en juveniles (2011), medalla de oro en el campeonato de Asturias de la edad (2013) y medalla de plata ya en el absoluto (2015). Y campeona en el club de campo de Madrid, segunda en una prueba internacional de Segovia...

Mientras Covadonga ganaba, el centro ecuestre tiraba como podía, cada vez con menos caballos, cada vez con las instalaciones más desgastadas, prórroga a prórroga. Ella se plantaba (y se planta) allí cada martes, cada jueves, cada fin de semana para entrenar y competir, para deleitar también a su tía Beatriz García, que escucha atenta la conversación y prefiere mojarse ella antes que nadie: "Que cierren estas instalaciones es terrible. Ya cerraron las escuelas y dejaron a muchos niños como en su día fue ella que podían progresar", afirma.

Covadonga asiente mientras le da caricias al caballo. "Me da mucha pena lo que está pasando. Yo no habría empezado si no existiera El Asturcón. Yo aquí descubrí mi pasión. Es el único sitio de Asturias donde se puede hacer doma", asegura.

Lo dice antes de subirse al caballo y saltar a la pista. Lo hace temiendo que sea la última vez que pueda hacerlo allí.

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