Las Escuelas Blancas de San Lázaro son un pedazo de historia de Oviedo a la vera del Campillín. El colegio lleva funcionando en su actual emplazamiento desde 1935, pero el periplo educativo del centro arrancó en 1913 unos cien metros más abajo, en un inmueble ubicado justo enfrente de las escaleras de subida a Arzobispo Guisasola, al lado de la antigua estación de autobuses del "Carbonero", posteriormente Alcotán. Al principio se les conocía como las escuelas del Tercer Distrito y la leyenda cuenta que el nombre de Escuelas Blancas se lo pusieron los artilleros de las baterías de San Esteban de las Cruces que hostigaron la ciudad durante la Guerra Civil. Según algunas versiones, las tomaban como referencia por el color claro que aún hoy luce en su fachada.

La pequeña Alba Feliz, al igual que el resto de sus compañeros, no tiene ni idea de todo eso. Lo único que sabe es que su colegio "es el mejor de todo Oviedo" porque "tiene de todo" y porque sus profesores imparten las asignaturas "de una forma divertida y con mucha paciencia". Y es que en el colegio queda poco del pasado, sólo los techos altos y los grandes espacios de los edificios con solera. El resto es vanguardia educativa. "Contamos con pizarras electrónicas en todas las aulas y tenemos mini ordenadores para que los niños los utilicen en algunas asignaturas", explica Lucas Álvarez, el director del centro, uno de los más antiguos de Oviedo junto con el Dolores Medio, la escuela situada en la calle de la Luna.

A las Escuelas Blancas de San Lázaro acuden a diario 250 niños de entre 3 y 12 años, que son dirigidos por una plantilla de 25 profesores. El edificio tiene dos plantas e infinidad de habitáculos en las que hay espacio para dos aulas con ordenadores, dos gimnasios y un "coqueto" salón de actos. El patio, en la parte de atrás del inmueble, alberga una pista polideportiva cubierta, dos de baloncesto al aire libre, otras zonas de juegos y espacios bajo los porches. "Todos los días nos vamos turnando para poder jugar en las pistas. Cuando nos toca a nosotros organizamos partidos y mola un montón", explica Manuel Paniceres, de quinto de Primaria, que luce una camiseta del Sporting en terreno oviedista. "A veces se meten un poco conmigo, pero no pasa nada porque somos todos amigos", señala.

El colegio destaca por su alto nivel bilingüe. "Arranca en el ciclo de infantil. Los niños van introduciendo el inglés en materias como Naturales, Sociales y Plástica. En los tiempos que corren nos parece muy importante que los aprendan el idioma desde que son pequeños", asegura el director del centro. "A mi me gusta mucho saber inglés. Aunque todavía me queda mucho por aprender ya se más que muchos de mis amigos que no vienen a este cole", asegura Claudia Suárez, que es la representante de los alumnos en el Consejo Escolar. "Nos hacen mucho caso en las reuniones. Una vez pedí un balón porque no teníamos y al día siguiente ya lo teníamos en el patio", afirma la pequeña.

El colegio está abierto desde las siete y media de la mañana para dar desayunos a todos aquellos niños que lo soliciten y no cierra hasta bien entrada la tarde, cuando finalizan las diferentes actividades extraescolares. La relación con la asociación de padres y madres es "fenomenal" -según el director- y en el centro se desarrollan infinidad de programas, como el de "Fruta en la Escuela" y otros enfocados al reciclaje.