Un taxista jubilado, vecino del número 25 de la calle Menéndez Pelayo, lleva días sin descansar bien en su casa de Luarca, donde suele pasar el verano, a cuenta de la banda de los "rompellaves" que está haciendo su particular "agosto" en Oviedo. Las noticias del periódico, relatando un rosario de robos a viviendas por el método del "bumping" -una técnica para allanar un piso en treinta segundos sin dejar huellas- en su barrio de Ciudad Naranco le tenían preocupado. Así que pidió a su hijo que echase un vistazo al piso, para comprobar si todo estaba en orden. Los malos presagios del hombre se confirmaron el pasado miércoles por la noche, cuando su hijo, siguiendo las instrucciones del progenitor, se encontró toda la casa revuelta: sin duda, alguien había entrado a robar.

También lo corroboraron los agentes de las unidades Científica y Judicial de la Jefatura Superior de Policía en Asturias desplazados al lugar para realizar la inspección ocular y hacerse cargo de la investigación ayer por la mañana. El número 25 de la calle Menéndez Pelayo, igual que los números 21 y 23 de la misma calle (donde se han registrado denuncias por robo en los últimos días), también había sido pasto de los cacos. Puerta por puerta los agentes fueron recogiendo huellas y pruebas. No les sorprendió encontrar la mayoría de las viviendas marcadas con los famosos testigos de plástico, en forma de "L" y del tamaño de una uña, que los ladrones dejan entre el marco y la puerta, a la altura del zócalo, para comprobar si hay alguien en la vivienda. Regresan al día siguiente, o esa misma noche. Si el testigo se ha movido y está en el suelo, significa que alguien ha entrado o salido de casa. No quieren problemas así que eligen asaltar los pisos en los que el testigo de plástico sigue en su lugar.

Estas marcas son tan diminutas que ningún vecino del número 25 de la calle Menéndez Pelayo se había percatado de su presencia hasta ayer, con la llegada de la Policía. "Llevo días conviviendo con el trozo de plástico tirado en el suelo sin darme cuenta, la Policía lo encontró enseguida, es increíble", comentó un vecino. En su caso, al detectar movimiento en el piso, los ladrones no entraron a robar. "Me he quedado con la duda de si mi vivienda estaba o no marcada. Suelo pasar la mopa a diario y a lo mejor lo recogí sin darme cuenta", comentaba Mercedes Espadas, vecina del segundo. Su marido, Antonio Caballero, cree que no les han robado "de chiripa" porque este verano han estado dieciocho días fuera.

La Policía descubrió que los cacos también habían accedido a otro piso en el inmueble, sin embargo, al estar desocupado porque no vive nadie, los ladrones no pudieron llevarse nada. Aún así, en este y otros inmuebles de la zona, aún hay muchas familias de vacaciones que no han regresado a casa. Fuentes policiales consultadas por este periódico aseguraron que continúan recibiendo denuncias "en forma de goteo" y que probablemente descubran más robos en viviendas. La principal línea que sigue la investigación es que detrás de la banda de los "rompellaves" se esconde un grupo itinerante que se desplaza por distintas ciudades para robar. "Este tipo de delitos está aumentando mucho en todas partes, no solo aquí en Oviedo", explicaron ayer en medios policiales. Las mismas fuentes también apuntaron que lo más probable es que detrás de la mayoría de los robos registrados esté la misma banda, que habría abandonado la ciudad tras cometer los robos, a finales de julio.

Los agentes tranquilizaron ayer a los vecinos y les dieron varios consejos. Por ejemplo, que no abran el portal a desconocidos para que no se cuele nadie a colocar los testigos, que no salgan con joyas a la calle, que se doten de una buena cerradura para dificultar el trabajo a los cacos y que ante cualquier movimiento sospechoso llamen al 091.