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La familia ovetense de Carolina Marín

Los jugadores del Club Bádminton Oviedo y del Centro de Tecnificación del Cristo sueñan con el profesionalismo "mirándose en el espejo" de la campeona olímpica

Por la izquierda, César González, Óscar Martínez y un grupo de integrantes del Club Bádminton Oviedo y del Centro de Tecnificación. maría gómez

Unos 500 jóvenes integran la familia deportiva ovetense de Carolina Marín, flamante medalla de oro en la Olimpiada de Río de Janeiro. Fue en 1999 cuando nació el Club Bádminton Oviedo. "Somos una de las instituciones más punteras a nivel nacional. Ganamos la liga en la división de honor en 2015. Históricamente somos de los que más jugadores mandamos al centro de alto rendimiento Blume de Madrid, que es el culmen para los deportistas", explica Óscar Martínez, entrenador del Centro de Tecnificación del Cristo, entidad que se complementa con el Club, pues recibe a sus jugadores más destacados. Además, el Centro de Tecnificación atrae a jugadores becados procedentes de diversos clubes de España, cuya progresión es singularmente prometedora.

El camino no es fácil, pero la inyección de optimismo es notable. "Casos tan especiales como el de Carolina Marín hacen que este deporte crezca, y que los jóvenes puedan tener más posibilidades para llegar al profesionalismo", apunta Óscar Martínez. Él es uno de los testigos de la presencia de la campeona olímpica en el centro. "Estuvo aquí en 2007 para una concentración de la selección española. Todavía no era campeona de Europa, pero sí una excepcional jugadora en su categoría", rememora. "Muchos chavales de los que están aquí compitieron con ella, y para ellos es un gran ejemplo, un espejo en el que mirarse", añade Martínez.

Sin embargo, el trayecto es largo y a menudo tortuoso. "El profesionalismo en este deporte es muy complicado. Sólo hay tres o cuatro jugadores en España que puedan vivir del bádminton", señala el técnico. En consecuencia, tanto la filosofía del Club como la del Centro de Tecnificación alienta a los jóvenes a que compaginen estudios y vida deportiva. "Nosotros somos educadores, además de entrenadores. Los estudios son algo fundamental. Este deporte no es como el fútbol, aquí hay muy pocos casos como el de Carolina y es necesario tener otra posible salida para el futuro", subraya César González, coordinador técnico del Club Bádminton Oviedo, y entrenador del equipo que compite en división de honor. Este objetivo, que ya sobre el papel parece difícil, se hace aún más complicado en la práctica, máxime teniendo en cuenta las muchas horas de entrenamientos, viajes y competiciones que figuran en el calendario que deben afrontar los jugadores.

Si la conciliación estudio-deporte es importante en el Club Bádminton Oviedo, se revela como un factor aún más decisivo en el Centro de Tecnificación, cuyos jugadores aspiran a convertir su pasión en una profesión. A Oviedo vienen deportistas de distintos lugares de España, que aceptan vivir lejos de sus familias con tal de progresar en el mundo del bádminton. "Trabajamos en doble sesión de lunes a viernes, aunque muchos no pueden venir por las mañanas porque tienen clases. A pesar de esto, nos salen unas 30 horas de entrenamiento a la semana, a las que hay que sumar las competiciones", argumenta Óscar Martínez.

Frente a una vida tan atareada, la fuerza del grupo, la unión entre compañeros que genera la convivencia diaria, es un factor determinante en el éxito en ambos campos. "Al contrario de lo que puede parecer por ser un deporte individual, en el que compiten unos contra otros por plazas en la selección o en los campeonatos, el ambiente es excelente, todos forman una familia", puntualiza Martínez.

La labor del Club Bádminton Oviedo esta propiciando que cada vez sean más los jóvenes que se decantan por este deporte. "Tenemos una estructura donde caben personas de todas las edades y niveles. Empezamos con el mini-bádminton a los cinco años; grupos de iniciación de once a doce años; de perfeccionamiento con el programa de tecnificación nacional llamado 'Se busca un campeón'. Además, tenemos escolares y veteranos. Entre todos sumamos unas 500 personas", resume César González.

En el "planeta bádminton", tan desconocido por una amplia porción de la sociedad, ha surgido Carolina Marín, una estrella que ilumina todo lo que la rodea. La joven onubense se ha convertido en un espejo para los locos de la raqueta y los volantes. Su gesta parece destinada a abrir camino a los que empujan fuerte las categorías inferiores de un deporte que en España no mueve masas ni cantidades astronómicas de dinero. Quizá alguno de los chavales que estos días entrenan duro, tanto en El Cristo como en La Corredoria, consiga en los próximos Juegos Olímpicos otro preciado metal, dando sentido a tanto esfuerzo, cumpliendo el ansiado sueño de seguir la estela dejada por Marín en Río.

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