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Gente de Oviedo

"Llevo 23 años en el teatro, es lo único que nunca me ha decepcionado"

"No te vas a hacer millonario sobre un escenario, pero puedes dedicarte a algo que te hace feliz y que te llena de ilusión, y eso no tiene precio"

"Llevo 23 años en el teatro, es lo único que nunca me ha decepcionado"

Ana Blanco Rozada (Oviedo, 1973) es una de esas personas que tuvo el valor de hacer lo que más le gustaba. Actriz de teatro, televisión y doblaje, es una más de tantos asturianos que se fueron a Madrid en busca de un futuro "con cuatro duros y una maleta". Ahora tiene en su haber series como "Compañeros", "SMS", "Policías", "Hospital Central" y "Amar en tiempos revueltos", además de decenas de obras sobre escenarios de toda Asturias. Sus ganas de crecer y aprender la llevaron a ponerse bajo la tutela del maestro del doblaje Salvador Arias, gracias al cual añadió a su currículum la faceta de locutora. Pese a sus andanzas por la capital de España, nunca se ha olvidado de sus raíces y tiene un pedacito suyo en la ovetense localidad de Olloniego, donde nació su vocación artística y donde atesora los mejores recuerdos de su infancia.

Oviedo y Olloniego en la sangre. "Nací en Oviedo, pero mis mejores recuerdos y emociones son de Olloniego, de donde era mi padre. Mi madre era de Sama de Langreo, pero no tenía familia allí, por lo que Olloniego era donde pasábamos todos los veranos, fiestas y fines de semana. Me gustaba tanto, que mi padre se volvía loco para llevarme de vuelta a Oviedo. Él estaba muy vinculado a Oviedo. Decía que en Olloniego la gente tiene un punto de locura y otro de genialidad porque, aunque son ovetenses y capitalinos, quieren seguir siendo de pueblo. Mi abuelo fue el primer alcalde socialista de aquí, y junto a sus hermanos formó la Asociación Cultural de Olloniego en los años veinte. Llegaron a tener una biblioteca con 800 volúmenes y organizaban mítines y charlas con gente reconocida del momento. También se dedicaban a hacer teatro, incluso se movían por los pueblos de alrededor, como todavía hacemos algunos".

La panera de su abuela y las carrozas de las fiestas, sus primeros escenarios. "La vocación me viene de lejos. Siempre digo que el teatro es lo que mejor supe hacer. Fui una mala estudiante y una alumna rebelde, pero para lo único en que las monjas del colegio pensaban en mí era para las obras de teatro. Con siete años, cantaba cuplé y hacía un teatrillo, en casa de mi abuela o bajo la panera, para los demás niños de Olloniego. Mi hermana gemela, Olga, escribía los guiones y pasaba la gorra al final. Luego, nos íbamos a comprar chucherías con la recaudación. Pero, realmente, creo que empecé a hacer teatro por las carrozas de las fiestas, donde cada año salía con mi hermana. Aquí, en el salón del Morotu, que era el salón de baile y teatro de Olloniego, tengo el primer recuerdo de un escenario. Era el lugar donde nos disfrazábamos y ensayábamos para las carrozas. Ahí nació mi pasión".

De Oviedo a Madrid siguiendo su sueño. "El teatro no fue mi primera opción. Durante mucho tiempo quise ser bailarina, pero requería mucho esfuerzo y yo creo que no tenía las condiciones suficientes para ello. Mientras, mi madre me insistía en que tenía que terminar COU y hacer la Selectividad y mi padre acabó matriculándome en Psicología. No pisé ni una clase. Al mismo tiempo, me matriculé en el Instituto de Artes Escénicas de Asturias (ITAE), tras pasar las pruebas, a las que me acompañó mi hermana. Entretanto, empecé a trabajar con 'Margen', una compañía ovetense de teatro itinerante. Después, por circunstancias tanto profesionales como personales, decidí irme a Madrid, con cuatro duros y una maleta. A los cuatro meses de estar allí, tuve la suerte de conocer al director de casting Luis San Narciso. Tras realizar una prueba para él, entré en la serie 'Compañeros', donde hacía el papel de enfermera. Mis primeros segundos en televisión fueron inolvidables. Tenía que hacer un masaje cardíaco encima de una camilla mientras iba diciendo un montón de términos médicos muy técnicos. Fue una escena frenética y me pareció increíble. Luego, entré como fija en la serie 'Ciudad Sur'. Otro personaje que me gustó mucho fue el de profesora en 'SMS'. Después, 'Compañeros', otra vez, 'Policías', 'Hospital Central'... estuve en casi todo. Hasta participé en el especial de 'Amar en tiempos revueltos', donde, curiosamente, coincidí con Trinidad Iglesias, una actriz de Riosa cuyo padre fue compañero del mío en la mina. Sin lugar a dudas, el mundo es un pañuelo".

Vuelta a sus orígenes. "Después de la televisión, seguí haciendo teatro, y, en un momento determinado, mi carrera se frenó. Entonces volví aquí, a mis orígenes. Necesitaba recuperar mi esencia y me encanta hacer teatro aquí. Siempre que me han llamado desde Asturias y he podido, he respondido. Trabajé con José Rico y Jorge Moreno, y también participé en algunas performances con la compañía 'Factoría Norte'. Hice cosas más pequeñas, volví al principio. Luego me volvieron a llamar y regresé a Madrid".

Una voz con muchas caras. "Siempre había hecho muchas locuciones aquí en Asturias, es algo que me apasiona. Un día, el actor Alfonso Vallejo me llamó porque estaba buscando actores y actrices de doblaje. Pasé las pruebas y entré a trabajar en 'El faru d'Illán', la primera serie de dibujos animados doblada en asturiano. La experiencia me encantó y, a raíz de aquello, decidí formarme en esta disciplina. Tuve la suerte de tener a un maestro como Salvador Arias, un hombre maravilloso, con una gran voz. Desde entonces he hecho algunas cosas, como la voz de 'Lancome' aquí en España o algunos episodios de la serie 'Peppa Pig', pero es un mundo muy complicado".

La vida sobre las tablas. "Elegir esta carrera no es fácil. A mi familia le costó asumirlo. Mis bisabuelos fueron los primeros en poner un cine en Asturias, el cine Dorado, en Sama. Por eso, mi tía abuela, que me crió como si fuera mi abuela, me decía: '¿Cómo vas a dedicarte a eso con la vida que llevan?'. Para ellos era terrible, porque en su cine hacían teatro y variedades, y tenía el recuerdo de las actrices de los años 30 y 40, que eran mujeres 'de mala vida'. Aún así, siempre que pudo fue a verme actuar a los teatros. Los primeros años decía que al final lo iba a dejar, pero con el tiempo me he dado cuenta de que el teatro es como el fútbol, te deja a ti. Es como ese novio del que siempre estás despotricando, pero al final es él el que corta. Es un mundo duro, requiere gran parte de tu vida, es inestable, pero es la profesión más bonita del mundo. Llevo 23 años de profesional y lo único que no me ha decepcionado en la vida es el teatro, siempre me ha dado lo que yo esperaba de él. En momentos duros me he subido a un escenario, me he olvidado de todo y lo he disfrutado. No vas a hacerte millonario sobre un escenario, pero puedes dedicarte a algo que te hace feliz y que te llena de ilusión, y eso no tiene precio".

Un mensaje para los jóvenes actores. "El teatro no cambia el mundo, pero lo representa. El hecho de ver representado lo que tú estás viviendo te hace reflexionar, como mínimo. Ésa es la función del teatro, que parece que estamos perdiendo. Yo soy una eterna optimista y animaría profundamente a todo el que quiera hacer teatro. Uno tiene que se dedicarse a lo que le guste. Es lo que va a hacer con mucha más pasión e ilusión. Si te gusta, no lo dudes, no sólo aportas mucho al resto del mundo, sino a ti mismo".

"De mi padre heredé su alma de sindicalista, él decía que me educó para protestar. Creo que hay una imagen social de los actores que no es real. Tenemos que reivindicar y dignificar la profesión, por eso soy secretaria de igualdad en la Unión de Actores y Actrices de Madrid. Las mujeres sufrimos muchas desigualdades en este campo y hay que luchar para ponerles fin".

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