"La solidaridad con el pueblo saharaui es de justicia, igual que el derecho que tienen a formar su propio Estado. Podéis sentir el respaldo de la sociedad asturiana y de esta Cámara, porque es de justicia". Con estas palabras, el presidente de la Junta General del Principado, Pedro Sanjurjo -acompañado por representantes de todos los partidos políticos-, saludó ayer a los 260 niños saharauis que pasan el verano en la región con familias de acogida, en el marco del programa "Vacaciones en Paz" en Asturias.

Alegres y ruidosos, como todos los niños, abarrotaron el hemiciclo donde no siempre se respira tanta cordialidad. Fatimetou Bechi Cori, presidenta de la Comunidad Saharaui en Asturias, expresó a este periódico su gratitud al Gobierno del Principado y a las familias de acogida por "el trato que dan a nuestros niños y la solidaridad que muestran con mi pueblo y su causa. Este año son 260 niños y me gustaría llegar el próximo a los 300", subrayó muy ilusionada.

Y como el pueblo saharaui se siente en deuda con el asturiano, Fatimetou Bechi no quiso desaprovechar la oportunidad para recordarlo: "Cuando consigamos la independencia podremos por fin devolver a este pueblo todo lo mucho que está haciendo por nosotros, y demostrarle que no olvidamos nunca a los que están ayudándonos en una situación tan difícil e injusta como la que estamos viviendo".

Muy cerca de esta mujer, ataviada con la ropa típica de su pueblo, estaba Félix Flórez. Además de ser el coordinador del programa "Vacaciones en Paz" en Asturias, también es familia de acogida desde el año 2005. "Cambian de aspecto, ganan peso y ropa, ya que llegan con lo puesto, además de traer ilusionados algún regalo. Marchan con 30 kilos de alimentos, ropa, juguetes y también dinero para que lo repartan con su familia cuando lleguen", explicó.

Alberto Suárez, que preside este programa y también es familia de acogida, hizo hincapié en que la iniciativa "sirve también para mantener actual la causa del pueblo saharaui entre las familias y sus amigos; esto es tan importante como el programa humanitario". ¿Y cuando llega la hora de volver a su casa? "Lo hacen felices, porque van a reunirse con sus padres y hermanos. Los que lloramos somos nosotros", señaló Alberto Suárez.

Agdgaa tiene 14 años y desde hace seis pasa sus vacaciones en Asturias. Serio y educado, cambia de expresión cuando recuerda el día que conoció el mar, o cuando habla de lo que más le gusta: "Bañarme en una piscina con mis amigos". El agua, siempre el agua, es lo que más gusta a los jóvenes hijos del desierto.