En pleno centro de Oviedo, en una manzana más que jugosa con la calle Víctor Chávarri a un lado, Jovellanos al otro y Gascona arriba; con accesos privilegiados desde el centro y a un paso del teatro Campoamor. Con todo eso, la parcela de la antigua estación del Vasco parece maldita. Jamás desde 1989, cuando el entonces alcalde Antonio Masip decidió el derribo, ha tenido esa parcela un destino claro. Uno tras otros, los proyectos se fueron viniendo abajo. Y, cuando al fin arrancó uno, la burbuja inmobiliaria se lo llevó por delante. Ahora, la iniciativa de un grupo de empresarios, con un proyecto deportivo, lúdico, comercial y también residencial, supone un rayo de esperanza para la parcela y también para su propietario, el Banco Sabadell. El tiempo dirá si la idea pasa a formar parte del museo de los horrores de la parcela maldita o si, al fin, el Vasco encuentra su lugar. Quizá sea la última oportunidad para un solar gafe.

Durante 83 años pasó por el solar la línea del ferrocarril Vasco Asturiano, hasta que en 1989 Masip apoyó el derribo. Se trataba de eliminar el cinturón de vías de la ciudad y dar el pistoletazo de salida a la operación Cinturón Verde, que liberó en el centro de Oviedo metros y metros de suelo para vivienda. En manos de la sociedad Cinturón Verde, la parcela quedó en el olvido hasta que el Ayuntamiento la recompró en 2001 por lo que entonces eran 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros al cambio). Y ahí comenzó el rosario de proyectos fallidos.

Sede para la colección Masaveu. El Ayuntamiento pensó en un gran museo para albergar la pinacoteca de la familia Masaveu. Una empresa del grupo logró incluso la concesión para construir y gestionar un aparcamiento subterráneo, que no se hizo aun con los estudios geológicos realizados y pagados con dinero público.

Operación de Los Palacios. Agosto de 2001. El Ayuntamiento convoca un concurso para la construcción de un Palacio de las Artes en la parcela del Vasco (llamada entonces Jovellanos 2) y de un Palacio de Congresos en el hueco del viejo Carlos Tartiere. La sociedad Jovellanos XXI gana el concurso en enero de 2002 con dos edificios de Santiago Calatrava. En el Vasco, habría un aparcamiento que la empresa explotaría, zona residencial, zona comercial y el Palacio de las Artes, de titularidad pública. El Ayuntamiento pagaría 26 millones de euros.

Facultad de Bellas Artes. No había acabado 2002 cuando se produjo un nuevo cambio. El entonces Alcalde, Gabino de Lorenzo, en plena reclamación de la ciudad para conseguir los estudios de Bellas Artes, propuso esa parcela para ubicar una hipotética Facultad. Santiago Calatrava prepara entonces un nuevo diseño: una "muralla cinética", un recurso que imprime sensación de movimiento y que permitía crear en aquel lugar un "edificio escultura", como diría en aquel momento el arquitecto valenciano.

Palacio municipal. Otro cambio de rumbo con las obras ya en marcha. La nueva idea habla de levantar un palacio municipal como sede del Ayuntamiento y dejar el edificio histórico sólo para actos institucionales. Al poco tiempo llega otra rectificación con la renuncia a esta idea. El Consistorio decide sacar a la venta la zona de dotaciones del solar. Jovellanos XXI lo compra por 6 millones de euros y se queda con la parcela ya en construcción.

Las trillizas. La siguiente idea, ya en manos privadas, es la construcción de tres torres de viviendas y oficinas, también con la firma de Santiago Calatrava. El proyecto encuentra una gran oposición popular, principalmente debido a la gran altura que iban a alcanzar los edificios, que el gracejo popular acabó por bautizar como "Las trillizas".

Palacio de Justicia. Ya en 2010, Jovellanos XXI alcanzó un acuerdo con el Principado para alquilar durante 30 años con opción a compra un edificio que construiría la propia empresa dueña de la parcela para situar allí el Palacio de Justicia. El plan tenía el visto bueno del Consejo de Gobierno del Principado, proyecto, licencia municipal y fecha de inicio de las obras. Una denuncia de IU Los Verdes levantó las dudas de la Comisión Europea sobre la legalidad de la operación. Y el Ejecutivo regional optó por cancelarlo todo. En ese momento, quedó sobre la mesa la posibilidad de que el Gobierno regional adquiriese el terreno y lanzase después el concurso para unificar las sedes judiciales dispersas por el casco urbano.

Pisos y centro comercial. Vistas las dificultades, Jovellanos XXI optó levantar seis torres de pisos, sobre un centro comercial y un aparcamiento bajo tierra. Las primera viviendas empezaron a venderse en 2011, pero el proyecto, cuando la burbuja inmobiliaria ya había estallado, estaba herido de muerte. Jovellanos XXI entró en liquidación y Vasco XXI, la empresa en la que había quedado escindido el Vasco del Palacio de Buenavista, en concurso de acreedores. El Banco Sabadell era el principal reclamante y acabó por quedarse la parcela y lo que había dentro para saldar una deuda de 60 millones de euros.

En diciembre de 2014, la inmobiliaria del banco, Solvia, anuncia la compra de todo el paquete del Vasco y anuncia que abrirá un proceso de reflexión para decidir qué hacía con la nueva propiedad. Ahora, los responsables del banco han llegado a un acuerdo de compraventa con el grupo de empresarios que ha presentado el proyecto en el Ayuntamiento.

Tratándose del Vasco, cualquier cosa puede pasar. Hasta que lo construyan.