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Oviedo encandila a un jeque de Emiratos

Un multimillonario árabe, miembro de la familia real de Abu Dabi, pasa estos días en la ciudad entre negocios, fiestas y propinas de más de 200 euros

Vestido con pantalón vaquero ancho, un polo verde claro, un chaleco oscuro y gafas de sol, sin turbante ni túnica blanca y con el pelo alborotadamente al descubierto y la barba canosa de tres días, un jeque tiene pinta de todo menos de jeque.

Luego está todo lo que le ocurre alrededor y entonces ya puede que sí: dos tipos sujetándole el paraguas, otro para abrirle la puerta del exuberante Mercedes negro en el que se mueve, otro controlando algo detrás, un chófer para él, otro para sus once acompañantes, un jet privado, propinas de 200 euros, champán del mejor y las comodidades propias del millonario que es.

Si los rastros varios que va dejando por la ciudad no engañan, su nombre sería Alnehayan Sheikh Falah, miembro de la familia real de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), una de las más poderosas del mundo, conocida en España por ser aficionada, entre otras cosas, a los caballos. De él se dice que es uno de los hermanastros del actual presidente de Emiratos Árabes Unidos (EAU), hermanastro también del príncipe heredero de aquel país. Y hermanastro de más de una decena de personas más. También se ha escrito de él que fue capitán de la selección nacional de Abu Dabi de polo, un deporte elitista que tiene su epicentro en España en Sotogrande (Cádiz).

Lo que se sabe seguro es que llegó a Oviedo el martes cuando iba a llegar el miércoles, que si no cambia de opinión se va el domingo y que se toma con humor la lluvia y el desesperante cielo encapotado que han entristecido estos días prefestivos en la capital. Ahí está su reacción al salir ayer del por la tarde del hotel de La Reconquista donde se hospeda y ver que el agua caía sin cesar. De ella fue testigo este periódico: abrió los brazos y la boca, puso las palmas hacia arriba y clavó la mirada en el cielo como preguntándose por qué, por qué los veranos aquí son así, buscando respuestas donde no las hay, sorprendido con humor.

Para humor, también del bueno, el de los que estos días le han tratado o, mejor escrito, le han servido. Cuentan que ha visitado varios locales, dentro de la ciudad y en otras localidades del municipio, y que ha dejado jugosas propinas que en algunos casos han superado los 200 euros, una cantidad quizá no tan despampanantes como las que a veces se escuchan de otros jeques, pero jugosas y apetecibles, al fin y al cabo.

La primera y la segunda noche en Oviedo, que se sepa, repitió cena en uno de los mejores restaurantes de la capital, a unos 100 euros por cada una de las once personas que le acompañan, muchas de ellas de nacionalidad italiana. Allí cenaron y allí se divirtieron hasta altas horas de la madrugada porque, aunque se sabe que alguno de los colaboradores preguntó por una discoteca con reservado abierta un miércoles, se ve que no les convenció y prefirieron aguardar en la discreción del restaurante.

"No se corta al pedir y es muy amable, muy dicharachero, muy normal", relatan quienes le trataron estos días, que aseguran que pasean con normalidad y no les preocupa dejarse ver. De hecho, con el panorama climatológico que se topado en Oviedo, el millonario y sus acompañantes han pasado buena parte del día en las estancias del hotel, a veces en las habitaciones, a veces en una de las salas con sofás, tomando champán y copas, y han salido para comer, cenar y a última hora de la tarde para cumplir citas concertadas en el municipio.

Para moverse utilizan un Mercedes negro y una furgoneta del mismo color. Los dos vehículos llevan varios días aparcados en el Reconquista, a la vista de todos, delante de la puerta de entrada, en el mejor lugar posible para estacionar, en primera fila. Se mueve con discreción y con naturalidad, sin exhibirse y sin ocultarse, como una persona más. "Tienen una actitud afable e integradora y visten con look occidental. Se nota en que no se cortan. En el resto no parece jeque", concluyen quienes le trataron. Así vive el jeque estos días lluviosos. Hoy no se sabe si escampará, pero sí que empieza San Mateo. Y, por supuesto, admite jeques.

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