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Halcones asturianos para el jeque

El multimillonario árabe que pasa unos días en Oviedo pidió aves rapaces de Avilés para hacerlas volar en un patio del Reconquista

El jeque de Emiratos, a las puertas del Reconquista de Oviedo. LAURA CARADUJE

La señora, clienta del hotel, caminaba despacio cuando escuchó un ruido extraño, como un aleteo, algo. Se acercó hasta donde pudo y entonces los vio allí, en uno de los patios del hotel de La Reconquista. "¡Pájaros!", exclamó.

Eran halcones, unos cuantos, y estaban volando dentro del Reconquista. Habían llegado poco antes en una "furgoneta blanca procedente de Avilés" a petición del jeque de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) que, estos días, sigue divirtiéndose en Oviedo. La escena sorprendió a varios testigos, que relatan a este diario que el multimillonario árabe disfrutó de los vuelos de estas aves con una llamativa gorra amarilla junto al grupo de amigos que le acompaña por la ciudad, muchos de ellos de nacionalidad italiana.

Al jeque, que si los rastros que va dejando por Oviedo no engañan se llamaría Alnehayan Sheikh Falah, miembro de la familia real de Abu Dabi, una de las más poderosas del mundo, le gusta ver volar a halcones, una de las aves más preciadas en Emiratos Árabes Unidos (EAU). Allí, en aquel país que era desierto sin más hasta que alguien pinchó el suelo, descubrió las enormes reservas de petróleo que había y empezó a construir rascacielos, los halcones están mucho mejor valorados que aquí. Los entendidos sostienen que hay quien paga "una pasta" por los mejores ejemplares. Y como hay allí demanda aquí alguien los oferta. Que se sepa hay centros de crías por la zona de Castrillón, alguno investigado por supuestas irregularidades a la hora de venderlos, precisamente, para millonarios de los Emiratos Árabes, como informó el pasado mes de febrero este periódico.

El jeque, mientras, sigue disfrutando de la ciudad "con total naturalidad", quizá ajeno a la "curiosidad" que se generó ayer en el entorno del hotel tras publicar LA NUEVA ESPAÑA su presencia en la ciudad. Por si acaso, sus colaboradores se esfuerzan en protegerle: han retirado de la puerta el Mercedes negro en el que se mueve, que era la pista de que seguía en el hotel, y le han aconsejado que entre y salga por el garaje.

Sus planes, advierten, no han cambiado. Lleva cuatro días, también anoche, cenando en el restaurante Del Arco y dejando jugosas propinas, algunas de más de 200 euros. Y en principio, se irá mañana. Si es que San Mateo no logra convencerle.

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