En la carroza huele a incienso. Hay un monaguillo que agita el botafumeiro, tres mujeres vestidas de época, tres músicos que tocan el acordeón, la gaita y la guitarra y un peregrino que saluda. Saluda a todo el mundo y todo el mundo le saluda. Aquí saludan todos. Los que están dentro y los que están fuera. Los que están en los balcones y los que están en la calle. Los mayores y los niños.

La carroza es azul, la número nueve del desfile, la dedicada al Camino de Santiago. Una de las más aplaudidas. Arriba del todo, presidiendo, va una réplica de San Salvador, como el que hay en la Catedral pero de mentira. Es de mentira pero es novedad, así que todo el mundo lo mira y lo fotografía. Móviles en ebullición.

A su lado, al lado del San Salvador de mentira, en lo alto de la carroza, va LA NUEVA ESPAÑA. El desfile por dentro impresiona. La panorámica de Uría nada más doblar Independencia asombra. Oviedo abarrotado, sol, 24 grados. Riadas de gente agolpadas en los márgenes de la calle. En Uría y en la Avenida de Galicia. En Marqués de Santa Cruz y en Marqués de Teverga. ¿Cifras? "Más de 150.000 personas", calcula la organización.

Es el 66º desfile del Día de América en Asturias. Casi dos horas -media más de lo habitual- de cabalgata. El más largo. El más multitudinario. Oviedo y América de la mano. Como siempre. Un paso con ritmos latinos, de Perú, de Colombia, de México, de Brasil, de Cuba, de Ecuador.

Un paso Camino de Santiago, con peregrinos. Un paso a pecho descubierto, como el que lució el artista Rodrigo Cuevas en su carroza show, la última, una de las más animadas. Y un paso más integrador. Por primera vez una carroza para la etnia gitana. "Perdone. ¿quiere mi nombre artístico o prefiere el real?", pregunta Roger. Roger es un niño gitano de 11 años que viste camisa blanca y pajarita negra. "Sí, es que tengo nombre artístico para los vídeos que subo a Youtube. Me llamo Roger el Trinitario. Puede buscarme".

Roger el Trinitario es en realidad Roger Jiménez y canta con un asombroso desparpajo. Ayer cantó durante todo el trayecto por el centro. Sobre todo flamenco. Él fue el protagonista de una carroza con otros 15 chavales, la mayoría gitanos, integrantes de la asociación Nómadas de La Corredoria. "Que ellos participen es muy importante. Favorece la integración. Es una oportunidad para demostrar que todos somos iguales", explica Nacho Pevida, tutor de todos ellos.

El desfile por dentro también tiene sus historias. Una es la de Eduardo Linares. Por fuera, para la gente, es el peregrino barbudo que se sujeta al palo y saluda desde la carroza del Camino de Santiago. Por dentro es un tipo de 63 años que trabaja en el faro de Estaca de Bares (La Coruña), allá donde se acaba España. Eduardo es de Oviedo y siempre tuvo la ilusión de figurar en el desfile. Ayer lo cumplió. "Siempre quise estar aquí. Soy de Oviedo y trabajo en Galicia. Y estoy en la del Camino de Santiago", presumía.

La carroza la arrastra un tractor. Se mueve lento, pero se mueve lo suficiente para tener cuidado. Un movimiento brusco, que alguno hay, y todo se va al suelo. Desde aquí arriba se ve casi todo. Es la altura de una primera planta cualquiera, por ejemplo la de la de la residencia de mayores que hace esquina en Santa Susana. Todos saludan con una sonrisa. También sus cuidadores.

El desfile en las alturas te da una falsa sensación de poder: te miran, te apuntan con el móvil, te aplauden, te guiñan el ojo. Y encima los que mandan están más abajo: el Alcalde, los concejales, banqueros, abogados, hasta políticos de otros municipios. Sentados y en primera fila, pero ninguno con la cara de alegría y asombro de los niños.

Hay multitud de niños. Muchos con confeti. Otros sencillamente paralizados. "Los guajes están poseídos", suelta José. Poseídos de emoción. Con la gran carroza del dragón. Con la de los Minions. José es técnico de sonido y va en la carroza azul, la del Camino de Santiago, pero oculta su camiseta bajo una túnica negra para no dar el cante.

Desde allí arriba no sólo se ven riadas de gente. Un poco más adelante va Mateín con paraguas en un descapotable clásico rojo. Están las tres recreaciones del Camino de Santiago. Está la estructura de Valdesoto que reivindica el turismo rural. De Cuba hay un coche clásico de los que merodean por La Habana, suenan las cumbias de Colombia, asoman los sombreros de México, los ritmos de Ecuador o Brasil o la "Tuntunada", baile típico de Perú. Los grupos folclóricos este año no son de Oviedo sino de Llanes o Gijón y Asturias presume también de carrozas de Tineo, pasos de Parres o Cabranes.

Hay 14 carrozas, 11 pasos a pie y 2.500 figurantes en un desfile que ya piensa en el siguiente. El gobierno ya apunta ideas: incorporar a la cabalgata una carroza del Real Oviedo. La idea, "que va en serio", ya fue comentada ayer. Habrá que ver.