Por mucho que se rebusque en las fototecas o en selfies de propios y ajenos, la foto del buen rollo de las fiestas de San Mateo de este año no aparecerá. Se trata de la imagen que el gobierno local trató de pactar por tierra, mar y aire -que no sea por fotos- con la oposición para demostrar que, al margen de los rifirrafes normales en la arena política, la Corporación es una gran familia. Pero al PP de Agustín Iglesias Caunedo lo de los posados "pactados" no le va. Así que ayer no hubo ni posado, ni robado comiendo todos en armonía el bollo de San Mateo. Lo reconocía el propio Caunedo a su llegada a la plaza de España -escoltado por el grueso de sus once concejales- para recoger el "pack" de bocata de chorizo y botella de vino que entregaba la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF). "Las relaciones con el tripartito no existen", decía. Ergo "no tiene sentido hacer una foto de familia". Y mucho menos con la comisión de investigación a Caunedo por los viajes supuestamente financiados por la corrupta trama del agua -que previsiblemente presidirá la edil podemista en retirada cubana Isabel González Bermejo- prevista para mañana.
En el tripartito, la actitud del PP no ha sentado nada bien. En la izquierda local, acostumbrada a hacer de tripas corazón y posar juntos para la foto -aunque sea con la nariz tapada-, la ausencia de los populares no les cuadra.
"No les gustan las fiestas", decía ayer el alcalde, Wenceslao López (PSOE). "Están enrabietados. Seguro que se les pasará el lunes cuando vean que los ovetenses se han divertido y lo han pasado bien", aseguraba para añadir: "Lo lamento por ellos porque son tiempos de diversión y no de cabreo". Pero sí, en el tripartito también hay cabreo. Fundamentalmente, más allá de los posados, de la ausencia de los pesos pesados del PP en los principales actos protocolarios de San Mateo. Los fontaneros del tripartito bramaban ayer porque en la zona vip del desfile del Día de América en Asturias el PP reservó lugares para seis de sus concejales. Al final, dicen, únicamente se presentaron dos, y las sillas del resto fueron ocupadas por familiares, amigos y demás parentela, que siguieron la cabalgata codo con codo con los ediles en el poder (que por cierto, también se rodearon de los suyos). En fin, cabreos que causan esas fotos para las que muchos y muchas han dado cursos de inspiración bolivariana con el objetivo de aprender a manejar los codos para encontrar el mejor sitio en el encuadre foteril.
