Quedan poco más de tres años para que la normativa que obliga a todos los edificios privados a tener un consumo casi nulo (2020) entre en vigor, y menos de dos para que lo haga la que afecta a todos los públicos (2018). Por eso, varios arquitectos, aparejadores, empresas constructoras y expertos del sector defienden la edificación pasiva, con demostrada eficiencia y ahorro de energía. "En menos de dos años nuestras casas pueden quedarse obsoletas. Tenemos que trabajar para cumplir esos requisitos mínimos que nos exige la normativa y que tienen un resultado positivo en nuestro modo de vida y nuestra salud", aseguró ayer Begoña Viejo, delgada de la Plataforma de Edificación Passivhaus. "Este estándar de construcción nació en Alemania, en 1991, y se ha ido extendiendo por el resto del mundo porque tiene unas ventajas claras: son edificios muy eficientes; son saludables, porque no tienen concentraciones de CO2, ni polvo, ni moho; y son muy confortables, porque consiguen una temperatura interior constante y sin superficies frías", añadió en la conferencia que realizó en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Junto a ella, la arquitecta Amaya Salinas de León y el técnico en Passivhaus Joel Fontela explicaron cómo realizaron una vivienda con este estándar en Asturias, concretamente en Muros del Nalón. "Esta construcción no es más cara y, además del ahorro, porque la factura de calefacción se reduce a 200 euros al año en estas viviendas, son más limpias y confortables", explicaron.