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Tras el esotérico suceso de Félix Aramburu

El exorcismo, entre el trastorno mental y la ingesta de sustancias

Psiquiatras y psicólogos atribuyen las supuestas posesiones a confusiones de la percepción y a bebidas psicodélicas

¿Qué hay detrás de lo que comúnmente se denominan exorcismos? Las respuestas son variadas. Una de ellas: la voluntad de dar explicaciones de carácter mágico a lo que son hechos naturales. La segunda: situaciones de trance, a menudo inducidas por la ingesta de sustancias psicodélicas cuyos efectos se amplifican a base de alcohol. La tercera: un trastorno disociativo, término que designa la separación entre las funciones racionales y emocionales del cerebro.

Así definen cuatro expertos consultados por LA NUEVA ESPAÑA lo que suele esconderse en la trastienda de supuestos procesos de posesión demoníaca como el registrado en Oviedo en la madrugada del pasado sábado. En este episodio, que causó zozobra e inquietud entre los vecinos de un edificio de la calle Félix Aramburu, una chica supuestamente sometida a un ritual satánico terminó ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Una vez allí, los médicos constataron que padecía una notable intoxicación etílica y le dieron el alta unas horas más tarde.

Los especialistas con los que ha hablado este periódico son Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo; Serafín Lemos, catedrático de Psicopatología ya jubilado; y los psicólogos Andrés Calvo y Esther Blanco. Según estos últimos, conviene partir de una premisa conceptual. Exorcizar es, por definición, expulsar al demonio de alguien. Este alguien "poseído" presenta reacciones violentas, pérdida de la consciencia, rechazo hacia lo sagrado, trastornos amnésicos y alucinaciones, entre otros síntomas. A juicio de Esther Blanco y Andrés Calvo, los denominados "trastornos disociativos" son los que históricamente han explicado los síntomas presentados por las personas "poseídas por el mal". En términos clínicos, agregan, "la disociación es la separación entre las funciones racionales y emocionales del cerebro, lo que produce en el individuo estados alterados de conciencia como por ejemplo el trance". Se trata de una desintegración o compartimentalización de la consciencia "que se produce ante situaciones de elevado estrés".

Entre tanto, Julio Bobes enmarca este tipo de sucesos en actuaciones típicas de "chamanes", individuos presuntamente dotados de poderes sobrenaturales que les otorgan capacidades "para ejercer funciones mágico-religiosas que les permiten actuar sobre las personas". Las funciones exorcizantes, señala el doctor Bobes, suelen desembocar en "situaciones de trance, a menudo inducidas por la ingesta de sustancias psicodélicas cuyos efectos se amplifican a base de alcohol". Una de las consecuencias sobre el sujeto poseído se plasma en "alteraciones de la percepción visual", de las que se deriva, entre otras, la sensación de que los objetos empiezan a moverse o a tomar formas o dimensiones que realmente no tienen. Un efecto clásico, señala el catedrático de Psiquiatría: "El jarrón que se mueve solo". "Es lo que llamamos un delirio", concluye Julio Bobes.

Serafín Lemos, jubilado de la cátedra de Psicopatología de la Universidad de Oviedo, pone de relieve que muchas de las falsedades asociadas a estos episodios se deben a "la voluntad de dar explicaciones de carácter mágico a lo que son hechos naturales, una actitud que choca de plano con la actitud científica". "Lo primero que hay que hacer en estos casos es descartar que estemos ante una enfermedad mental", indica el profesor Lemos, quien agrega que "en este tipo de casos lo más sano es ser escépticos".

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