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Los padres demandan más vigilancia para erradicar la venta de alcohol a menores

Las familias admiten que hay excesiva tolerancia hacia el consumo y opinan que las campañas preventivas "de cara a la galería" están de más

de copas por el rosal. FERNANDO RODRÍGUEZ

Los padres asumen su responsabilidad en el consumo de alcohol y drogas entre niños y adolescentes. Hablan de tolerancia mal entendida, de falta de tiempo para educar y de lo común que es delegar en la escuela asuntos capitales en la formación de los hijos. Los vecinos que son testigos de las consecuencias del consumo de alcohol entre los menores también apuntan a los padres. "Solo si las familias fallan tienen que intervenir las instituciones", sostiene Miguel Clemente, en su doble condición de padre -uno de sus hijos está en plena adolescencia- y de vecino de la calle Quintana, en la que los chavales se concentran los fines de semana, entre otras cosas, para beber. Todos, padres y vecinos, echan en falta más vigilancia, más multas y menos campañas institucionales "de cara a la galería" para erradicar el alcohol de entre los niños.

Isabel García, cuyos hijos estudian en el colegio concertado de La Milagrosa, opina que "los padres consideran normal el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los adolescentes". "Pero si beben todos" o "todos hemos bebido de jóvenes" son excusas que dice haber oído a menudo. "Me llama muchísimo la atención el dato de que los adolescentes empiezan a consumir más de un año antes de lo que sus padres creen. Ahí se percibe su grado de desconocimiento sobre los hábitos de sus hijos", comenta. No duda de que en la familia está la clave. "Creo que la mejor medida preventiva es dar prioridad máxima al papel de la familia en la educación de nuestros hijos, muy por encima del de los poderes públicos o los colegios", sostiene.

Beatriz Fernández y Laura Pérez del Canto, ambas en la asociación de padres y madres del colegio público Poeta Ángel González de La Corredoria, reconocen que las familias ven "el consumo de alcohol como un problema que toleran" y no se andan con medias tintas: "La responsabilidad de los padres es total". Añaden, de todos modos, que "no es admisible que los hosteleros vendan alcohol a menores. Las medidas deberían ser más duras: más multas e incluso cierre de locales".

Isabel García se pregunta "dónde está la potestad de inspección, vigilancia y sanción" por parte de las autoridades públicas hacia los locales que incumplen la ley vendiendo alcohol a menores. "Sería necesario aplicar medidas más duras contra quienes lo hacen o lo consienten, O sea, contra todos. Los menores o jóvenes, por el mero hecho de serlo, no están exentos de cumplir la ley, y si son menores, los responsables son los padres o tutores legales", argumenta.

Menchu Suárez es miembro de la asociación de vecinos Oviedo Redondo y testigo todos los fines de semana de los efectos del "botellón". "El origen del problema es la educación. No entiendo porque un niño de doce o trece años está bebiendo. Después el problema se traslada a la calle y son los vecinos quienes lo sufren, eso es lo que pasa en el Antiguo", explica. El colectivo en el que milita, explica, "no culpabiliza a la hostelería de este problema" y considera que "la manera de hacer las calles agradables y evitar que se concentre en ellas la gente para beber es utilizarlas como plataforma cultural y de comunicación social".

Miguel Clemente, que forma parte de la asociación de Ciudadanos Afectados por la Movida, es menos indulgente con los hosteleros y afirma que "hay una dejadez total y absoluta" en la vigilancia de la venta de alcohol a menores. "Se hacen campañas de cara a la galería", opina Miguel Clemente, acerca de las actuaciones preventivas de las administraciones públicas, a las que reclama simplemente "que hagan cumplir la ley".

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