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El uso de la llingua siembra la polémica en el concejo

La toponimia astur divide a las parroquias

Los contrarios a poner los rótulos de los pueblos en asturiano lo tildan de derroche, pero para los defensores es riqueza cultural

La toponimia astur divide a las parroquias

El futuro uso del asturiano en los rótulos de las parroquias y pueblos del concejo de Oviedo propuesto por el gobierno local divide a sus habitantes en dos bandos claros de sí o no -casi en empate técnico- y un tercero algo más difuso y reducido formado por aquellos a los que les da lo mismo. Los detractores de la medida defienden principalmente dos argumentos. Creen que añadir un cartel con la nueva toponimia o sustituir los existentes por otro que muestre las dos opciones, en castellano y la lengua vernácula, supondrá un alto coste al Ayuntamiento y por tanto a los propios vecinos. Así, la mayoría califica la medida de "derroche" y "tontería". La otra razón es que los nombres en asturiano son raros. Por ejemplo, en Olloniego pocos han dicho u oído alguna vez Lluniego y en San Claudio pasa igual con la denominación de San Cloyo. El bando contrario aplaude la iniciativa municipal porque aumenta la riqueza cultural del concejo y reivindica las raíces y tradiciones de la tierra.

En Olloniego algunos preguntan dos veces a su interlocutor al saber que el nombre en asturiano de su parroquia es Lluniego. Eso le pasa a Palmira Asenjo, vecina de la localidad de toda la vida. Como muchos, conocía el nombre alternativo de Hoyonegro, usado sobre todo por los más viejos del lugar y que bromean con el posible origen de su pueblo: un hoyo negro. "Aquí toda la vida los mayores llamaron a este lugar Hoyonegro y nunca se dijo Lluniego", dice Asenjo, que prefiere que "las cosas se queden como están". En la misma línea inicial, Marta Fernández prefiere desligarse de cualquier bando radical y quedarse en un punto medio. "En mi vida había oído decir Lluniego a nadie de por aquí, pero tampoco me importaría la alternativa". También en la escala de grises se queda Daniel Álvarez, que entiende la defensa de la llingua "pero me va a costar acostumbrarme a decir Lluniego".

Victoria Hernández se posiciona en el lado contrario. "La propuesta está bien siempre que mantengan los dos nombres. Y algo similar opinan sus vecinos Conrado Estébanez y Mariví Vázquez, un matrimonio que apuesta por la defensa del asturiano. "Me encantaría que los carteles de los pueblos fuesen en asturiano, lo veo como un orgullo y seña de identidad", dice ella.

Los vecinos de San Claudio se preocupan más por la falta de equipamientos del pueblo o el mal estado de algunas calles que por el nombre. Así, Paula Lázaro opina que "hay necesidades más urgentes que atender aquí, como la reparación de las aceras o la mejora de los juegos infantiles". María Jesús Fernández tilda la propuesta del tripartito de "tontería" y lo compara con el cambio de nombre de varias calles de Oviedo. Además, algunos vecinos de la parroquia no saben cómo se llamará su pueblo. Araceli Rodríguez pregunta cómo denominarán a Ponteo, pero sin demasiada insistencia porque le preocupa más "el bienestar general que la toponimia".

En La Manjoya, La Manxoya en asturiano, hay opiniones para todos los gustos. A Vanessa Suárez le preocupa que el gasto en nueva señalización sea excesivo e innecesario. Daniel Suárez le pone un pero a la toponimia nueva: la adaptación de los GPS. Pedro Pinillos recibe la medida con los brazos abiertos porque "de lo contrario sería tirar piedras contra nuestro tejado". Y Miguel González no ve necesario ni relevante cambiar la rotulación.

La concejalía de Urbanismo, dirigida por Ignacio Fernández del Páramo (Somos), ya ha encargado un estudio de los nombres del concejo para remitir al Principado, a través de la Xunta Asesora de Toponimia. En realidad, el objetivo del gobierno es cumplir una ley regional de 2002 que obliga a la recuperación de la toponimia tradicional.

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