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"No se puede achacar el cáncer de un bombero a su profesión, hay más factores"

"Los profesionales de la extinción deberían pasar controles médicos periódicamente"

Juan Beltrán del Pino. IRMA COLLÍN

Juan Beltrán del Pino (Las Palmas de Gran Canaria, 1957) es un hombre recto. De esos que luchan contra el mal y por el bien común. Por algo es médico y bombero y ocupó la jefatura del 112 en Canarias. Estos días participa en la Semana de Prevención de Incendios de Oviedo dando charlas técnicas. La de ayer aunó sus dos facetas profesionales bajo el título "Cáncer y Bomberos", en el salón de recepciones del Ayuntamiento. Y es que a nivel popular el binomio sustancias peligrosas y cáncer parece ir unido.

-¿Es mayor la incidencia de cáncer entre los bomberos que entre la población general?

-No. Pero hay un estudio americano que dice lo contrario y que está dando mucho que hablar desde el año pasado. Dice que algunos tipos de cáncer, como el de testículos, son más frecuentes en los bomberos. Según el informe, se adquiere a través de la piel y las vías respiratorias por la impregnación de sustancias potencialmente cancerígenas en los trajes de protección. Personalmente, creo que no es una teoría válida científicamente. No se puede achacar el cáncer de un bombero a su profesión, hay más factores.

-¿Qué factores?

-El enfermo puede ser fumador, obeso, tener predisposición genética o vivir en un entorno contaminado. El estudio se hizo con bomberos americanos que tienen un perfil completamente opuesto a los europeos. Ellos tienen un alto índice de obesidad. Es decir, una gran predisposición para desarrollar un cáncer.

-¿De qué están hechos los trajes especiales?

-Son tejidos muy sofisticados similares a los de los astronautas y que forman tres capas. El informe americano plantea que la exposición a tóxicos permite la penetración hasta la última capa. Además, no se lavan con frecuencia. Según el fabricante, los trajes ignífugos pueden perder sus cualidades a partir del quinto lavado.

-¿Cuál es la solución?

-Existe la propuesta de que los bomberos se quiten la ropa después de una intervención, la metan en una bolsa impermeable en el camión y al llegar al parque se lave en un lugar con presión negativa para que no salgan los tóxicos al exterior. Es inviable económicamente. Cada traje cuesta unos 1.500 euros y los guantes entre 90 y 150 euros. Yo defiendo que los profesionales deberían pasar controles médicos periódicamente. Sin embargo, los sindicatos argumentan que no se puede obligar a un bombero a hacerse una revisión porque es una intromisión en su intimidad. El Supremo ha dictaminado lo contrario, pero así seguimos.

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