Dos son las palabras claves: seleccionar e individualizar. Dos verbos que, a juicio de los especialistas, han de estar en el frontispicio de los futuros tratamientos de la hipertensión arterial, a la luz de las investigaciones clínicas más recientes. A algunos pacientes convendrá recomendarles que reduzcan la presión arterial por debajo de 120, y a otros que la mantengan por encima de 140. No obstante, para el grueso de la población persistirá el clásico "patrón oro" del buen control (140/90 mm Hg).

Estas consideraciones fueron realizadas ayer por los doctores María del Carmen Díaz Corte y Emilio Sánchez Álvarez, nefrólogos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Ambos presiden el comité organizador del 46º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), que desde hoy y hasta el martes congrega en el Palacio de Congresos de Oviedo a más de un millar de médicos, investigadores y especialistas de toda España, y que contará con ponentes de prestigio nacional e internacional.

Las posibles nuevas pautas en el tratamiento de la presión arterial serán abordadas en un coloquio que, bajo el título "Controversia", se desarrollará mañana domingo, a las doce y media del mediodía. En síntesis, explicaron los doctores Corte y Sánchez, se pondrán sobre la mesa dos posturas derivadas de dos publicaciones científicas recientes de alto impacto. Una de ellas, la del denominado "JNC VIII", señaló que en personas mayores podía ser recomendable una actitud tolerante, de modo que la tensión sistólica esté por encima de 140 milímetros de mercurio y pueda alcanzar los 150. ¿Razones? La principal, que esta subida, pese a acarrear riesgos cardiovasculares, reduce otros peligros no menores, como bajadas de tensión, síncopes, caídas, fracturas de cadera... En el polo opuesto, el estudio "Sprint" ha puesto de relieve que bajar la presión arterial sistólica por debajo de 120 mm Hg en pacientes de alto riesgo cardiovascular aporta mayores beneficios que bajarla por debajo de 140 mm Hg.

En esta tesitura, y ante un debate a escala mundial que está muy vivo y que aún no ha dado lugar a nuevos criterios de actuación consolidados, los doctores Sánchez y Corte apuestan por "debatir con calma" los pros y los contras de las dos alternativas. Sin ánimo de ejercer de adivinos, sospechan que, al término de las discusiones, se abrirá paso una estrategia "individualizada". Podría consistir -son hipótesis- en que a los pacientes más jóvenes en situación de elevado riesgo cardiovascular se les recomiende mantener la presión por debajo de 120, mientras que a las personas de edad avanzada se les tolere llegar a 150 mm Hg.