El Museo de Bellas Artes fue también este año una de las principales sedes de la Noche Blanca de Oviedo, con actividades desde las diez de la noche hasta bien entrada la madrugada. El plato estrella de esta edición consistió en la representación de un cuadro viviente: el "Filandón en el Monasterio de Hermo", del pintor Álvarez Catalá, a cargo del Conceyu Tradicional Vezos Astures.

La escena representada está protagonizada por una serie de personajes -entre ellos el mismo Álvarez Catalá autorretratado en el cuadro- que se reúnen en torno al fuego de la cocina de la casa familiar del pintor, en Monasterio de Hermo (Cangas del Narcea). Los asistentes al museo comprobaron cómo la escena que los integrantes del Vezos Astures estaban representando era prácticamente igual que la pintura, pero con movimiento: mujeres hilando, cánticos y música para dar vida a una escena tradicional asturiana.

Si el Bellas Artes apostó por la tradición, el Arqueológico lo hizo por la modernidad con una "improvisación dirigida" por John Falcone, que fue guiando con señas a una docena de músicos y bailarines que respondían con movimientos y el sonido de sus instrumentos, clásicos y alternativos. La actuación "Improviso" no estaba ensayada y los músicos protagonistas solo conocían de antemano las señas. Antes de esta interpretación el Arqueológico acogió un recital poético musical a cargo de la Asociación de Escritores Asturianos.