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Las manos de los niños salvan vidas

Villanueva ha demostrado que los escolares aprenden fácilmente cómo actuar ante una parada cardiaca y propone incluir en su currículum ese entrenamiento

María José Villanueva con su tesis. Luisma Murias

La ovetense María José Villanueva ha demostrado que los niños pueden salvar vidas con sus manos. Es cuestión de enseñarles a actuar ante una parada cardiaca y a realizar reanimación cardiorrespiratoria. Villanueva, médico de la UVI móvil con una larga experiencia, está convencida de que esa es la fórmula para detener el avance de una epidemia silenciosa. "En España se registran anualmente 24.500 paradas cardiacas extrahospitalarias, que causan cuatro veces más muertes que los accidentes de tráfico", afirma. Y ha demostrado que los niños pueden aprender fácilmente a realizar las compresiones torácicas y las respiraciones que pueden evitar esos fallecimientos, con un programa educativo puesto en marcha en el colegio Santo Tomás de Avilés que ha demostrado, según la doctora, "ser viable, efectivo y que se mantiene en el tiempo".

De cómo se desarrolló y de sus resultados ha dejado constancia en la tesis doctoral que defendió el mes pasado en la Universidad de Oviedo y por la que recibió un sobresaliente cum laude. "Toda mi vida profesional la he dedicado a la urgencia y a la emergencia, y tenía la percepción de que siempre llegamos tarde a las paradas cardiacas. Si alguien no hace reanimación, la posibilidad de sobrevivir es ínfima. La única forma de cambiar eso es formar a los niños", afirma.

María José Villanueva despliega toda su capacidad de convicción -que es mucha- cuando lo argumenta. "Los niños de hoy son los adultos de mañana", dice, y esgrime que "desde los años 60 la formación en reanimación cardiopulmonar forma parte del currículum escolar noruego". A ella le gustaría que en España también fuese así. "En la reanimación cardiopulmonar sólo necesitas las manos", explica, y las de un niño pueden ser suficientes.

En el método de aprendizaje que ha desarrollado, María José Villanueva ha reducido la teoría a la mínima expresión, ha impuesto como premisa la de "practicar, practicar y practicar", y afronta la enseñanza con espíritu lúdico. Para sacar adelante el proyecto ha contado con la colaboración de sus compañeros en la UVI móvil Fran Crespo y Mari Luz Zapata.

Primero se reunieron con los profesores y les pusieron al corriente de lo que traían entre manos. El 79 por ciento se implicó y aceptó recibir formación acreditada por el Comité Europeo de Resucitación. Luego empezaron a enseñar a los alumnos, con edades comprendidas entre los tres y los catorce años. Ahora el programa se ha extendido hasta los dieciséis años y en la sala de profesores del colegio hay un desfibrilador, todo ello a iniciativa del propio centro. María José Villanueva lo contempla satisfecha, como un logro añadido.

La enseñanza está minuciosamente pautada: los niños de Infantil aprenden a marcar el 112 con fichas para colorear y un teléfono de juguete; en primero de Primaria se les enseña a identificar si una persona está inconsciente y a utilizar esa palabra -que pone en marcha la cadena de emergencia-; en tercero, con un maniquí, se entrenan para comprobar si alguien respira o no; en cuarto conocen la técnica para realizar el boca a boca y las compresiones torácicas; quinto y sexto son los cursos del repaso y para aprender, como propina, a desobstruir una vía respiratoria si alguien se atraganta. Todo en horario escolar.

En el Santo Tomás se han formado más de tres mil niños, y María José Villanueva ha evaluado y documentado el resultado a través de 2.638 encuestas. Los niños aprendieron la técnica con facilidad y además obtuvieron beneficios adicionales. "Saber que puede salvar una vida aumenta su autoestima, fomenta la capacidad de liderazgo y el trabajo en equipo y su solidaridad y capacidad de ayuda", afirma.

"Existe controversia sobre a qué edad se puede dar un masaje cardiaco de calidad. Unos hablan de edad, otros de estatura o de peso.... Eso no es lo más importante. Siempre es mejor que no hacer nada: no hacer nada es el camino a la tumba", enfatiza la doctora Villanueva.

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