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Los cementerios prohibidos

Entre 1937 y 1939 los ovetenses no tuvieron permiso para acudir al camposanto a honrar a sus muertos por el Día de los Difuntos

Hace unos meses realizamos una breve historia de los cementerios ovetenses partiendo del antiguo de San Cipriano, continuando con el del Bosque (actual San Salvador) inaugurado oficialmente el en 1885 aunque ya se había utilizado unos años antes; my la desaparición de los de Santullano y San Pedro a mitad de la década de los años 50.

Hoy nos vamos a referir a algunos aspectos de carácter anecdótico relativos a algunas inscripciones de las lápidas del viejo cementerio de San Cipriano, los primeros panteones del actual de San Salvador y la prohibición de visitar los cementerios durante la guerra civi, entre 1936 y1939. En un trabajo de dos entregas en el diario "El Correo" del 4 y 11 de noviembre de 1905, un periodista hace un recorrido por las distintas tumbas aún existentes después de su clausura como la que menciona dedicada a los dos jóvenes "víctimas por la proclamación de la libertad el 30 de septiembre de 1868: Pablo Lazán y Valdés y José González García. Estos dos jóvenes, casi niños, perecieron la mañana del citado día en la plazoleta y calle San Vicente, a consecuencia de una bala de revólver de la policía, salida del balcón central del Gobierno de la provincia. Unos metros más allá figuraba la lápida de "Ildefonso Martínez, el médico que murió en 1855 del cólera, por su celo y abnegación.

Diez años antes, en 189, el mismo diario al referirse al nuevo cementerio de San Salvador da un repaso a los monumentos funerarios más relevantes recién construidos. Cita como el más importante el relativo a Manuel Longoria "sumamente espacioso, de elevada altura, columnas románicas y con capilla interior" o el de la familia de Plácido Buylla Santín "con una preciosa imagen del Salvador, obra de un laureado escultor asturiano". Otro mausoleo importante es el de Policarpo Herrero "imitando una gran sepultura, terminando con una monumental estatua de la Fe". Destaca "El Correo" la extraordinaria escultura del niño Mario Huergo y Rodríguez hijo malogrado del reputado médico de la Beneficencia Municipal apellidado Huergo. A continuación enumera otros panteones como los de las familias Olivares, Rabanal y Escosura, Mateola, Roel, Cabeza, Martínez Alonso, Caicoya y Herrero, Agosti, Masaveu y Gomez Pelayo.

Sorprende la nota divulgada por el alcalde de Oviedo recogiendo una sugerencia del gobernador, siete meses después de finalizada la guerra civil, para suprimir el acceso al cementerio, al igual que en años anteriores, los días 1 y 2 de noviembre. En 1936, el primero de noviembre, la zona del cementerio estaba ocupada por las tropas republicanas. En una información de LA NUEVA ESPAÑA del año anterior se justifica la prohibición de la visita a los cementerios. Dice entre otras cosas: "Todos recordamos éstas fiestas, cuando se celebraban antes del Alzamiento Nacional. Tenían un sello inconfundible de populachería y chabacanería. El adorno de las tumbas constituía un motivo de ornamento de la vanidad. A la entrada de los sagrados recintos se levantaban tenderetes para la venta de golosinas. Algo así como los que se establecían también en las romerías. Para honrar a los muertos están las iglesias". Terminaba la nota aplaudiendo la sugerencia del gobernador civil. Pero la tradición de subir al cementerio seguía inalterable y los días anteriores sobre todo el 31 de octubre eran muchos los ovetenses que acudían hasta la necrópolis de San Esteban de las Cruces. En 1940 se normalizó la visita a los cementerios.

Otro aspecto anecdótico que recoge el periodista de "El Correo" en su itinerario por el viejo cementerio de San Cipriano es la edad que se refleja en las lápidas. Cita como ejemplos de longevidad a las dos hermanas Argüelles fallecidas en 1856 y 1858 a los 82 y 84 años respectivamente.

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