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El Pablo Miaja es todo un mundo

Sólo uno de cada diez alumnos del colegio de la calle General Elorza tiene raíces españolas; el resto han nacido o tienen ascendencia en 25 países diferentes

La brasileña Serena Rodríguez, sentada en el patio del colegio.

Si se gira una bola del mundo y se frena con un dedo, al azar, es altamente probable que se pare en el país de origen de uno de los niños que asisten a diario al colegio Pablo Miaja de Oviedo. No en vano, en este centro hay alumnos que han nacido o tienen ascendencia en 25 Estados diferentes; sólo uno de cada diez estudiantes tiene raíces puramente españolas. "Tenemos niños de cuatro continentes. Sólo nos falta alguno de Australia para completar el planeta", explica la directora, Beatriz Fernández.

El colegio, situado en pleno centro de Oviedo, en un edificio que lleva en la calle General Elorza desde 1934, es un crisol de culturas. En la clase de tercero de infantil la ecuatoriana Eva Ruiz dibuja en la mesa al lado de Flavia Makhtari, de familia marroquí. Asegura que es su mejor amiga. "Aquí no importa el color de la piel ni que la cultura que viven en sus casas sea diferente. Todos son niños, están acostumbrados a convivir desde pequeños y la relación entre ellos es maravillosa", afirma María José Díaz, una profesora que se encarga del área de Audición y Lenguaje.

Precisamente eso, el lenguaje, adaptarse al idioma y aplicarlo, es uno de los principales escollos para la mayoría de los niños que empiezan al colegio en el Pablo Miaja, que cuenta con los ciclos de Infantil y Primaria. "Muchos han nacido en otros países y llegan sin tener ni idea del castellano. Para enseñar a estos alumnos hay que tener paciencia, mucha paciencia, pero cuando ves que salen adelante es una gran satisfacción para nosotros", señala la directora.

Aunque el centro se encuentra en un lugar céntrico y privilegiado, los alumnos no viven en el centro: acuden al colegio desde todos los barrios de Oviedo. "A mucha gente que vive por esta zona no le gusta este colegio y se llevan a sus hijos a otros que son privados y en los que no conviven con el perfil de niños que nosotros tenemos. Si una niña china va a un privado nadie se fija en el color de su piel; si viene a este centro o está en un bazar, hay gente que la ve de otra manera", subraya Beatriz Fernández sin pelos en la lengua.

Para ayudar a los pequeños a los que más les cuesta adaptarse, el colegio cuenta con una profesora de Inmersión Lingüística, un servicio que facilita la Consejería de Educación "para enseñar español a los niños que acaban de llegar al país", asevera María José Díaz. Muchos de esos alumnos "tienen un desfase curricular enorme y hay que colocarlos en cursos inferiores que no se corresponden con su edad". Además, en colaboración con el Ayuntamiento y con una ONG, el centro también pone a disposición de los niños un programa bautizado como "Escolinos de Babel", que vienen a ser clases gratuitas de apoyo por las tardes.

El resto es como en la mayoría de los colegios. Gracias a la asociación de padres y madres existen un montón de actividades extraescolares, el centro cuenta con unas buenas instalaciones deportivas, abundan las nuevas tecnologías y el ambiente entre los miembros del equipo docente es inmejorable. "Para mí es el mejor colegio de todo Oviedo, no lo cambiaría por ningún otro", asegura Roxana Barbir mientras trabaja en la sala de ordenadores.

La diversidad es el estandarte del Pablo Miaja, el rasgo que le hace un colegio especial. "Todos los alumnos están educados en la igualdad. Procuramos que se entiendan unos a otros desde muy pequeños y ésa es la base de todos los éxitos", añade la directora del centro.

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