La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando hay que vivir con papá o con mamá

Una adolescente diagnosticada con "odio al padre" reclama que los jueces no tengan en cuenta el síndrome de alienación parental al no estar reconocido por la comunidad científica

La adolescente que pide que los Juzgados de Oviedo y los equipos psicosociales dejen de tener en cuenta el síndrome de alienación parental. JULIÁN RUS

Patricia tiene 16 años, pero repite orgullosa que está emancipada desde hace poco más de un mes y que a todos los efectos es mayor de edad legalmente. En realidad, ese no es su nombre verdadero. Su historia es lo suficientemente complicada como para ocultar su identidad sin dejar de contar los motivos que la llevan a hacer una reclamación pública al Colegio de Psicólogos de Oviedo, Juzgados y equipos psicosociales. Pide que dejen de tener en cuenta el síndrome de alienación parentela (SAP) para emitir las sentencias sobre la guarda y custodia. "Esa enfermedad no existe porque no está reconocida por la comunidad científica, pero por su culpa pasé un calvario".

El SAP es un término acuñado por el psiquiatra Richard Gardner en 1985 para referirse a un desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus progenitores. Generalmente, pero no exclusivamente, al padre". El fallo del Juzgado de Familia número 7 de Oviedo que otorgó la custodia de Patricia en 2012 a su padre se refiere de forma velada a este síndrome, sin citar sus siglas, pero detallando todos sus síntomas como "odio al padre" . "Vamos, que, según el fallo, estoy enferma", dice rotunda la joven.

Patricia vive en la actualidad con su madre tras pasar cuatro años en el domicilio paterno con la nueva pareja de su padre y sus dos hijos tal y como dictaminó la justicia. Ambos progenitores residen en Oviedo, aunque en barrios alejados entre sí.

Se separaron cuando ella era un bebé y hasta que Patricia cumplió diez años estuvo al cuidado de su madre con visitas cada quince días al padre y un régimen de vacaciones pactado. En esa época, el progenitor decidió solicitar su custodia. "Ahí empezó todo", explica la chica, que previamente había asistido a un fuego cruzado familiar.

El proceso judicial, largo y tedioso, incluyó entrevistas del equipo psicosocial (formado por psicólogas y trabajadores sociales) a la chica y sus padres por separado. "Ellos me oían pero no me escuchaban". Patricia cuenta que en algunas sesiones tuvo que hacer diversas pruebas. "Una vez me mandaron dibujar a mi familia. Puse en el papel a mi padre, a mi madre y a mis dos hermanos, que son hijos de él. Entonces me preguntaron por qué no había dibujado a la esposa de mi padre".

La madre de la adolescente también fue diagnosticada con los síntomas de alienación. El equipo psicosocial concluyó que era excesivamente protectora, posesiva, manipuladora y que tenía gran capacidad de invención. Incluso tuvo que ir a terapia. La propia mujer explica que asistió a la consulta de un psicólogo particular todas las semanas a lo largo de dos años. "Me gastaba 250 euros al mes. Y no estaba yo muy boyante de dinero".

La lista de síntomas de su hija abarcaba desde odio hacia el padre hasta dificultad para establecer vínculos. "Soy una persona muy sociable, pero según la sentencia estoy enferma y no me relaciono con chavales de mi edad. La gente que me conoce no se lo podía creer cuando se lo conté".

Hizo el traslado de domicilio familiar el día de Reyes y su mundo se desmoronó. "No entendía nada. Un juzgador decidió que lo mejor para mí era arrancarme mi vida, mi casa, mis juegos, mi colegio, mis amigos y mi perro para alejarme lo más posible de mi madre alienadora". Tal fue el desconcierto de la joven que llegó a preguntarse si podría saludar a su madre en caso de encontrársela por la calle. Y es que la sentencia estableció que podía verla cuatro días al mes.

Patricia solicitó la emancipación a los 16 años para que la escucharan. "Me informé por internet de cómo lo podía hacer y me asesoré. La pedí en abril y me la concedieron en septiembre". Desde entonces apenas mantiene contacto con su padre. "He hablado con él por teléfono y poco más. Es complicado, pero me llevo bien con mis dos hermanos".

La joven había decidido olvidar el proceso judicial de guarda y custodia hasta que leyó en la prensa que uno de los ponentes de las jornadas "Mismos derechos, mismas obligaciones, por la igualdad real. Custodia compartida", celebrado en Gijón este mes, se presentaba como especialista en alienación parental. "Reivindico como víctima de este síndrome que el Colegio de Psicólogos de Oviedo no consienta ni admita que se siga utilizando como argumento entre sus profesionales y que se ciña a utilizar argumentos científicos". Además, la Asociación de Abogadas por la Igualdad estudia interponer acciones legales contra los Juzgados de Oviedo y los equipos psicosociales.

Compartir el artículo

stats