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Un octogenario tras la pista del tesoro inca

José Alonso-Tejón, de 80 años, recorrerá a pie durante cuatro días con su hijo la senda de montaña que lleva a Machu Picchu

José Alonso-Tejón y José Avelino Alonso-Tejón, antes de emprender su viaje, en la Plaza de la Gesta. PABLO PARIENTE

La ruta: el Camino Inca. Más de 40 kilómetros de senda a través de los bosques peruanos con llegada final a las maravillosas ruinas de Machu Picchu. Los viajeros: José Alonso-Tejón y su hijo José Avelino Alonso-Tejón. De 80 y 53 años de edad. El itinerario controlado y los nervios propios de la emoción de echarse al monte durante cuatro días al otro lado del mundo. José, el padre, que no aparenta su edad ni por asomo, no podía ocultar su emoción antes del viaje, poseído por un entusiasmo adolescente. Lo peor, la angustia de los preparativos: "Tenía la cama llena de ropa... La de dios aquello (risas)". Su mujer insistió en cargar la maleta pero a él le pareció mucho. "Tengo que ir reduciendo todo aquello...". Ayer echó un último vistazo al equipaje y salió para América.

Es montañero aficionado, como su hijo, tiene una condición física estupenda y no le falta experiencia: "¿Cómo no voy a aguantar? Aguanté a Santiago y Aguanté a Covadonga". Y muchas otras.

José Avelino, ingeniero industrial, mostró la misma confianza en la capacidad de su compañero de viaje y explicó que se conocen la ruta al dedillo. Contó que se apoyaron en un operador para conseguir los permisos, ya que el acceso está limitado y detalló que se han vacunado contra la fiebre tifoidea. Mientras, su padre le interrumpió aquí y allí con detalles concretos. Como el puerto de mayor altitud, de unos 4.200 metros, o las subidas y bajadas: "Hay un descenso de unos dos mil escalones, cada uno de su forma y tamaño y construidos... ¡Buf! Ni se sabe". Pero no se arruga lo más mínimo. Imposible encajarle en el perfil de octogenario. Increíble. "Vas a tener que sacar el carnet para demostrarlo", llegó a decirle su hijo. "Pues lo tengo aquí mismo", replicó entre risas este jubilado natural de Felechosa que lleva "toda la vida" en Oviedo, donde nació su hijo. Ambos mostraron pasión por la ruta.

"Se hace complicado para la gente que no va preparada. En una ocasión, en la Ruta del Cares vi una mujer en zapato de medio tacón. Y, claro, a mitad de camino no podía más. Para hacer estas cosas hay que estar acostumbrado a caminar por el monte y llevar ropa y calzado adecuados", dijo.

Tras 16 horas de vuelo con varias escalas y tres días en Cuzco, para acostumbrar el cuerpo a la altitud, se lanzarán a la senda. Cuatro días con paradas en campamentos. Muchos pasos para llegar Machu Picchu. Pero alejados la caricatura clásica del turista. Para ellos, la ruta es el premio. El paseo, las vistas, los restos arqueológicos del camino... Al quinto día, además, volverán a las ruinas para disfrutarlas con más calma. Para cuando regresen a Oviedo habrán culminado una aventura que comenzó en enero como regalo de Reyes. A juego con un libro sobre las sendas que recurren los bosques peruanos que José tenía en su mesita de noche. Allá va, con 80 años y acompañado de su hijo.

Con "respeto a la altura" y desconcertados por la meteorología, "que es lo único que no se puede controlar", se lanzan a una de las rutas más famosas del mundo.

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