Entre "luises" anduvo el juego. Luis Landero y Luis García. "Es el más genuino narrador dentro del panorama literario de estos últimos años", dijo sobre el primero Josefina Martínez, directora de la Cátedra Emilio Alarcos, organizadora del evento. Del segundo, alabó su "criterio independiente". El ganador del Premio Nacional de Literatura con 'Juegos de la Edad tardía' no pudo ni quiso ocultar su amistad por su interlocutor, crítico literario. Se notó ya durante las presentaciones que el novelista escuchó con brazo apoyado en la silla de García. Muy a tono con la familiaridad del acto.

La Cátedra Emilio Alarcos introdujo para la ocasión un formato que no había explorado hasta el momento. Unas conversaciones que enredaron a los dos amigos y a la audiencia y que crearon un ambiente cercano en el que el público rió con las anécdotas y las historias de amor juvenil del escritor y charló con él sobre su obra. Funcionó.

"Yo no soy un intelectual, no me muevo en el mundo de las ideas. Soy un narrador y me muevo en el mundo de la descripción", destacó en el aula magna del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. A él, dijo, siempre le han inspirado las pequeñas cosas. A pesar de que fue guitarrista y compartió en esa época la vida del mundo de la farándula. "Hay quien piensa que el que vive mucho, el que viaja, tiene mucho que contar y no es así", explicó. Y después quiso reivindicar el valor de lo cotidiano al remarcar que "algunos, sin grandes experiencias vitales tienen mucho que contar".

También tuvo tiempo para hablar de su experiencias personales en relación a cómo le han servido en su trayectoria editorial: "Mi padre es mi musa literaria". Resaltó que murió con 50 años, cuando él tenía 16. "Nos llevábamos muy mal", confesó Landero para contar después que "sentí liberación cuando él murió". Un sentimiento que le persigue: "Es una carga en la que sigo pensando cada día". "Mi padre se estaba muriendo y yo deseando irme porque me estaban esperando los amigos", añadió.