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La firme huella asturiana de San Juan XXIII

Hace unos años en un artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA, titulado "Una anécdota de San Juan XXIII en Covadonga", el párroco José Manuel Feito recordaba el paso por el Santuario del entonces cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, que luego sería elegido Papa con el nombre de Juan XXIII cuatro años después. El viaje a Asturias tuvo lugar los días 20 y 21 de julio de 1954. Roncalli visitó Covadonga, Oviedo y Gijón. Antes había recorrido otras localidades del norte de la Península, con meta en Santiago de Compostela.

En el artículo, José Manuel Feito, además de contar sus impresiones como seminarista durante aquella visita, apuntaba que los biógrafos del Papa decían que "anotaba cada noche en su diario impresiones, sugerencias y oraciones". Hoy tenemos la suerte de conocer las anotaciones personales de Roncalli en su diario sobre lo que le pareció Asturias.

Unos de los acompañantes fue el sacerdote vasco, J. I. Tellechea Idígoras quien, debido a sus buenas relaciones con el secretario del Papa, pudo conseguir una copia de su diario. Lo publicó en el año 2000 en su libro "Estuvo entre nosotros. Mis recuerdos de Juan XXIII en España", en la editorial Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

La importancia del ejemplar no sólo radica en publicar las anotaciones originales en italiano con su traducción al español, sino también en las impresiones de Idígoras que, junto a las de José Manuel Feito y otros testigos, nos dan distintas perspectivas del paso de Roncalli por nuestra tierra.

El apunte del diario de Roncalli más específico sobre su visita a Asturias es la del miércoles, 21 de julio. Dice lo siguiente: "A las 10 decía misa en Covadonga, lugar sagrado del patriotismo español, desde 737 cuando murió Pelayo (?). Hospitalidad señorial en el cuarto del obispo de Oviedo, como igualmente en Begoña en el del obispo de Bilbao. Siempre las misioneras evangélicas, institución nueva e interesantísima. Festiva acogida en el seminario con cantos, a lo que respondo en latín. ¡Ah, Covadonga, nombre inolvidable! De allí descendimos a Oviedo, con visita a su magnífica catedral, y de Oviedo a Gijón. También aquí hospitalidad cortesísima por las mismas monjas. Es una casa de ejercicios. Mi alojamiento también aquí en el cuarto del obispo. ¡Bien distinto de los pobres cuartos de Venecia!", escribía el cardenal.

El obispo de Oviedo al que se refiere es Lauzurica y Torralba (1949-1964). De estas visitas, quedan sendos medallones en Covadonga y en la entrada de la Cámara Santa de la Catedral ovetense. Más allá de las anotaciones hechas por el cardenal, resultan curiosos los recuerdos del padre Tellechea, que las complementan. Por ejemplo, en Covadonga el cardenal se reunió con los seminaristas, a los que según dice, respondió en latín. Sin embargo Tellechea recuerda que fue más un intento, que se trabucaba, y ante las risas de los asistentes, pasó a hablar en italiano "porque todos le iban a entender muy bien".

Desde Covadonga fueron hasta Oviedo, y luego a Gijón, donde se encuentran con las misioneras evangélicas. Estas tenían un taller de arte sacro, donde reposaba una réplica de la Santina que habían hecho para la motonave Covadonga.

Cuenta Tellechea que el cardenal "se quedó extasiado ante ella y les preguntó si le harían una igual para él, para su capilla de invierno en el palacio patriarcal de Venecia".

De esta forma, una réplica de la Santina pasó a acompañar al futuro Papa en su quehacer diario. Roncalli llegaría a declarar "Yo amo a la Madonna de Covadonga como la amáis vosotros los asturianos. Tengo su imagen en mi dormitorio y para ella es mi primera oración de la mañana".

Les recomiendo la lectura del libro de Tellechea Idígoras. Además, aprovechando que el pasado 24 de octubre se celebró el Día de las Bibliotecas, sepan que tienen una copia en la del Seminario Metropolitano de Oviedo, una de esas bibliotecas que huele a libro, a silencio y a historia.

Para llegar sólo tienen que subir los sesenta y seis peldaños de la escalera que va desde la Plaza San Miguel hasta la cima. Una vez allí, podrán entrar en una de las Bibliotecas más hermosas de Asturias. Hagan el esfuerzo. Merece la pena.

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