Los enemigos de la casta, los podemistas, también se casan. Y todo queda en casa. Si no, que se lo digan a Fernando Villacampa (Somos), el edil que controla Deportes en el Ayuntamiento de Oviedo, y a su novia, María Andrea Álvarez Rodríguez, también de la cuerda y número siete de la lista de los de Taboada. La novia, ya mujer por la vía civil, de Villacampa, se quedó a un paso de convertirse en concejala ya que Somos se hizo con seis ediles en su estreno en la arena política carbayona. Ocasión de serlo -salvo decisión u orden contraria- la va a tener a partir de enero cuando la edil Isabel González Bermejo renuncie a su cargo para irse a vivir a Cuba, a la Cuba post mal rollito con "Yankilandia". Sí, suena a la "parte contratante de la primera parte", a lío de Groucho y sus hermanos, pero para eso son marxistas.

Precisamente Bermejo fue la encargada de oficiar la ceremonia de los Villacampa-Álvarez y su esposo de ejercer de fotógrafo oficial. El enlace, en la más estricta intimidad, con la salvedad de todos los concejales de Somos y los familiares más directos de los novios, se celebró en el despacho del Ayuntamiento reservado para estos eventos íntimos. La hermana de la novia leyó unas palabras, Bermejo dio su bendición, y a tomar una caña. No hizo falta abrir el salón de bodas de la calle Cimadevilla. Este se reserva para enlaces más multitudinarios, aunque poco uso le queda, ya que la idea del alcalde, Wenceslao López, es llevar allí el servicio de Recaudación si los jueces y la huelga de los trabajadores de La Auxiliar no lo impiden.

Lo dicho, todo quedaba en casa: una futura exconcejal casando a un concejal con una futurible concejala y todos de la misma casta, perdón, marca de electores ciudadanos. Y a la gaita -sí, a la gaita- el concejal de la pasta, el de Economía, Rubén Rosón, también secretario general de Podemos en Oviedo. El aguerrido -ahora con menos colmillo gracias a sus asesores áulicos- Rosón hizo un alto en la afanosa labor de diseñar las cuentas para 2017 -el presupuesto político debería estar listo hoy, promesa del tripartito (ver veremos)- y les tocó la gaita. El tema elegido, "La muñeira de Tormaleo".

El sonido de la gaita rosoniana fue la única estridencia de la boda, que la pareja quiso llevar en el más absoluto de los secretos. Tanto es así, que compañeros de Corporación y de colegio, como Luis Pacho (el de Ciudadanos y Villacampa compartieron años de estudios en el Meres donde Fernando Villacampa padre daba clase de Lengua Española), algo sabían. Pero poco. Pacho, que oficializó su relación de pareja hizo anteayer cuatro meses, se acercó a dar la enhorabuena a su excompañero de aula. Por su parte no hubo regalos. Un detalle -una caja de bombones- llegó desde IU, quizá por eso de la confluencia de la izquierda o para endulzar las tensas relaciones entre las cabezas pensantes y visibles y de ambas formaciones.