Marcos Ordóñez, que además de publicar narrativa y libros sobre cine es crítico de teatro, sostiene que "la respiración es un elemento básico en la escritura". En lo que a la escritura se refiere, explicó ayer, "respiras con naturalidad cuando aprendes a elegir con precisión las notas del texto". De ese modo, añadió, no se cae en la fatiga de las ampulosidades y las subordinadas encadenadas. Ordóñez, que es el biógrafo de Alfredo Landa y Nuria Espert, intervino en el ciclo de conferencias "El Otoño del Tigre", organizado en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA en colaboración con la asociación cultural Tribuna Ciudadana, como antesala de la entrega del premio de literatura Tigre Juan, que se falla el próximo 25 de noviembre.

"Hay un abismo entre escribir bonito y escribir bien", puso de manifiesto Marcos Ordóñez durante su charla, recurriendo a una cita de Truman Capote y explicando a continuación que escribir bien, a su entender, consiste en ajustar el pensamiento a la escritura lo más exactamente posible.

Como crítico recomendó a quienes quieran seguir ese camino que no se ceben solo en los defectos de la obra a la que dedican su atención, sino que resalten también los aspectos positivos que hay en ella.

El crítico teatral, que escribe en las páginas del periódico "El País" y que antes lo hizo en el "ABC" y en la revista "Fotogramas", fue presentado por el poeta Fernando Menéndez y tras él, a modo de epílogo, intervino Eduardo San José, profesor de la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo. También se sentó a la mesa Jesús Gámez, de la directiva de Tribuna Ciudadana.

Marcos Ordóñez desveló ante su público, respondiendo a un cuestionario que se le había hecho llegar previamente, algunos de sus hábitos como escritor. "Tomo notas, mañana, tarde y noche, me paso la vida tomando notas", contó.

"Todo va muy deprisa, cada vez hay más libros que leer", dijo y contó que ya no puede leer sin tener un lápiz en la mano. "He llegado a tomar notas entre dos sueños, para artículos que ya había publicado", confesó. "Tengo un cuaderno en la mesilla de noche y debería tener otro en la ducha", reflexionó.

Durante su intervención, el escritor, autor de las novelas "El signo de los tiempos" o "A cualquiera puede sucederle", reconoció que la escritura le da la felicidad. "Soy feliz escribiendo, cuando consigo atrapar algo, y reescribiendo", admitió, dejando en evidencia cierta aversión por parte de sus alumnos -es profesor del Departamento de Audiovisuales de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona- a reescribir sus textos.

Ordóñez explicó que él escribe "para fijarse, en la acepción de anclarse, para que el tiempo no se lo lleve todo" y declaró que "necesitamos un arte que fije y nos fije", un arte, añadió, "que nos desgarre el corazón con la fuerza de unas tenazas, como decía Hemingway".

Ordóñez aconsejó a quienes se inician en la senda del periodismo que "sigan a los maestros" y sobre sus poetas favoritos dijo que son "los que echan los laureles al estofado".