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Manuel Cuesta Puerta | Propietario de un taller mecánico

"Ciudad Naranco es la mejor zona de la ciudad; el barrio no lo cambio por nada"

"Antes venían clientes con cuatro y cinco vehículos; hoy tienen uno"

Manuel Cuesta Puerta. irma collín

Manuel Cuesta Puerta nació en Pintueles (Piloña ) el 8 de septiembre de 1953 pero la mayor parte de su vida está ligada a Oviedo, y de forma más concreta, al barrio de Ciudad Naranco y a la calle Almacenes Industriales, donde asentó su negocio hace unas cuantas décadas. La pasión por el mundo del motor es la que ha definido y marcado una trayectoria en la que ha sido testigo de un cambio de época y también de hábitos.

Infancia feliz en un pueblo de Piloña . "Nací en Pintueles, un bonito pueblo del concejo de Piloña, el ocho de septiembre de 1953 y me crié en Biedes, encima de Infiesto, Tuve la típica infancia de un niño que se crió en el campo, muy feliz. Mi padre trabajaba en la Nestlé y me da la impresión de que en aquellos tiempos el dinero valía más que ahora. Teníamos casería pero no nos dedicábamos a ella. Las primeras letras las aprendí en Villaviciosa, donde estudié hasta los quince años. Guardo muy buenos recuerdos de aquellos años".

El encuentro con el mundo del motor . "Dejé de estudiar y empecé a trabajar en Infiesto con un hermano de mi madre y su socio en el servicio técnico de la casa Seat. Allí, en la calle San Miguel, pasé ocho años, que también fueron estupendos y que supusieron mi toma de contacto con el mundo del motor. Allí descubrí la vocación que luego me acompañaría toda la vida".

La llegada a la capital . "Me asenté en Oviedo cuando ya tenía 22 años. Surgió un trabajo con el dueño del hotel Carreño para coger la representación para Asturias del departamento de hidráulica de una casa de Sevilla que fabricaba cajas de camiones. El negocio estaba muy bien, pero yo tenía claro que quería dedicarme a los coches, era lo que me gustaba de verdad. Estuve tres años con la representación, hasta que puse el taller. Me atraía la mecánica y también la competición. Empecé con José Bernardo Pino y Ángel Martínez".

Cuando abundaba el trabajo. "Fueron tiempos extraordinarios. Había tanto trabajo que no dábamos a basto. Teníamos clientes con cuatro y cinco coches que los mantenían al dedillo. Ahora la gente posee un vehículo y gracias. Además, se lo piensan mucho antes de cambiarlo. El sistema es diferente. La vida cambió. El taller lo monté yo sólo y siempre tuve empleados. De aquella todavía estaba soltero. Aquellos años fueron muy buenos, era exagerado todo lo que se movía el sector".

El poder adquisitivo que fue cayendo. "En 1982, cuando yo puse el negocio, al menos en Oviedo había mucho más consumo del que hay ahora. Yo creo que, en general, se vivía mejor. El poder adquisitivo de las familias era más alto, aunque en casa no hubiera tantas comodidades, ordenadores y teléfonos móviles. La gente se divertía más. Ahora salen un viernes o un sábado y ya es suficiente. En los pueblos no hay nadie durante la semana. En los ochenta todo era diferente. Pienso que una de la razones era que nadie se iba a la cama pensando que al día siguiente no tendría trabajo. A la gente no le daba miedo meterse en un crédito y el que trabajaba tenía la posibilidad de hacerse con un patrimonio. Así fue como mucha gente se compró casa y propiedades. Hoy es más caro conservar lo que tienes que hacerte con un patrimonio, con los precios de antes".

La repercusión de la crisis. "Ahora hay que prescindir de muchas cosas. Eso es general. Aquellos clientes de cuatro y cinco coches hace mucho tiempo que ya no se ven. Conozco matrimonios con buenas pensiones de jubilación que apenas salen porque tienen a los hijos en el paro y les ayudan lo que pueden. Todo el mundo se lo piensa dos veces antes de gastar, y los talleres también lo notan".

El gran salto tecnológico. "Ahora entras a un taller y parece que estás en un hospital. Cambió la tecnología y los medios para la reparación. El modo de trabajo también es diferente. Por esta casa han venido clientes de familias muy conocidas de la ciudad. Les gustaba nuestro modo de hacer las cosas. Hubo años en los que pasaron por aquí más de 1.500 coches, que se dice pronto".

Modelos de película. "Por mis manos han pasado los coches más espectaculares que había en Oviedo, sin duda. Entre los que más me han llamado la atención está algún Ferrari , pero también los de otras marcas de menos relumbrón. Hemos reparado tanto coches clásicos como modernos. A mí me gustan todos, cada uno de ellos tiene su encanto".

Siempre fiel a Ciudad Naranco. "Me gusta mucho Ciudad Naranco. Para mí es el mejor sitio de Oviedo. Estoy fuera del ajetreo y a la vez a un paso del centro. Es el lugar perfecto para trabajar y para vivir. No lo cambiaría por nada. Tengo un hijo ingeniero de Montes, formado en Finlandia y también le gusta venir por el taller, pero ejerce su carrera y no va a dejarla".

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