Sergio Maté Suárez tiene 16 años y estudia primero de Bachillerato en el IES de la Ería. Empezó a nadar con un año y medio, y hoy la piscina en su vida. "Mis padres me empezaron a llevar a cursillos de natación para niños, pero no comencé a entrenar en serio hasta hace seis años", relata.

Cada tarde acude a las piscinas del Parque del Oeste con su madre, que le acompaña hasta que entra al agua con ayuda de una silla adaptada. Sergio tiene una polineuropatía que le impide caminar, pero una vez dentro de la piscina su independencia es igual a la del resto de sus compañeros.

"La natación para mí es una forma de vida, más que un deporte es una manera de desahogarme, de eliminar el estrés y el mal rollo que tengo a lo largo del día, es una vía de escape", sentencia. Sergio tiene claro que los libros son lo primero, aunque de momento no tiene problema con los estudios: "Si algún día no puedo entrenar, me quedo en casa, porque hay que establecer prioridades".

En la piscina trabaja a fondo para rebajar sus marcas. "Es una pena la poca repercusión que tienen los logros de los deportes adaptados. No se les da tanta resonancia como a los del fútbol o el baloncesto, a pesar de que los deportes adaptados tienen más mérito", reivindica este joven ovetense.