"De repente dejamos de oírle reír, la casa se quedó en silencio y nos pareció raro. Le llamamos. ¡Rami!, ¡Rami!, pero no contestaba. Fuimos a la habitación, vi la ventana abierta y creí morir. Saqué fuerzas y me asomé". Karim Charif, el padre del bebé de 21 meses que falleció la madrugada del domingo al lunes tras precipitarse al vacío desde un cuarto piso en la Argañosa, regresó al domicilio casi 24 horas después del fatal accidente doméstico. Antes firmó su consentimiento para donar los órganos de su hijo, que serán trasplantados a tres niños. El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) ya ha enviado el corazón y el hígado a Barcelona, y los riñones a Navarra. "Lo único que nos consuela es que mi pequeño, que era muy bueno, va a salvar otras vidas".

Su esposa no ha vuelto a pisar la casa. Por ahora prefiere quedarse con su hermana -que vive en el portal de al lado- para tratar de recuperarse de la tragedia, intentar que su hija mayor, de siete años, sufra lo menos posible y cuidar del más pequeño, nacido el mes pasado. El padre va de un domicilio a otro mientras atiende llamadas de condolencia y habla con el consulado de España y el de Marruecos. "Estamos preparando los trámites para llevar el cuerpo de nuestro niño a Tánger y que descanse en nuestra tierra natal". Lo dice de un tirón y con la mirada clavada en un ramo de flores que hay apoyado en la pared del patio trasero del edificio San Antonio, en el número 130 de la calle Argañosa. Allí se precipitó Rami el domingo hacia las dos y media de la tarde.

Karim recuerda perfectamente aquel día. "Nos levantamos, desayunamos y mi mujer se fue a hacer la habitación de los dos mayores. Abrió la ventana sólo un poco para ventilar el cuarto y siguió con sus tareas". La familia no salió en toda la mañana porque hacía frío y los críos querían quedarse en casa jugando. El padre se sentó en el salón con la niña y el pequeño Rami siguió a su madre al baño cuando fue a sacar la ropa de la lavadora. "Era alegre, le gustaba ir de aquí para allá riéndose y haciendo ruiditos, pero se portaba bien", cuenta el progenitor, que cierra los ojos al llegar a la parte más dura del relato, cuando dejaron de oír al pequeño.

"Cuando me asomé y le vi malherido, mi mujer bajó a cogerle y luego fuimos al portal a pedir ayuda". Supieron al instante que el niño estaba extremadamente grave porque, inmóvil y rodeado de juguetes en el suelo, no respondía y sangraba abundantemente por la cabeza. Rami sufrió once fracturas y numerosas lesiones internas que le provocaron muerte cerebral, pese a casi quince horas de tratamiento en la uvi, primero en la unidad móvil y después en el HUCA.

La familia vive en el edificio San Antonio desde hace dos años y medio. Karim es lucidor de pladur y su mujer es ama de casa. Llegaron a Asturias en 2006 y se establecieron en la Fuente de la Plata. Ahora viven a escasos metros, en un cuidado piso de uno de los pocos edificios de Oviedo que tiene una hornacina en la fachada con la imagen de un santo, en este caso San Antonio. "Estamos a gusto en este barrio, aunque lo que nos ha pasado va a ser muy difícil de superar estando aquí".

La familia del matrimonio vendrá a Oviedo en los próximos días procedente de Marruecos aunque parte de ella reside en la ciudad. De hecho, la cuñada de Karim está siendo un pilar fundamental para la pareja, que necesita ayuda con los niños y el papeleo. Sus vecinos también les echan una mano y los compañeros de Karim -que se ausentará unos días del trabajo- se han mostrado comprensivos con su situación. Y es que la noticia del fallecimiento de Rami conmocionó a la ciudad y sobremanera al entorno del niño. Así, los profesores de la escuela infantil de La Florida, donde estaba matriculado el pequeño de 21 meses, permanecieron en vilo la tarde y noche del domingo deseando un milagro para que saliera adelante. Además, fueron los propios residentes del inmueble San Antonio los que llamaron al 112 y socorrieron en un primer momento a la pareja y a su hijo en mitad de la calle hasta la llegada de una uvi móvil, una ambulancia estándar del equipo médico de La Ería, una patrulla de la Policía Nacional y otra de la Policía Local.

Precisamente la Policía Nacional, a falta de flecos, ha dado por cerrada la investigación de lo sucedido y lo achaca a un accidente doméstico. Según los agentes, el pequeño trepó por el mueble que hay debajo de la ventana de su habitación -una estantería para guardar juguetes y libros- y abrió totalmente una de las hojas del ventanal que en ese momento estaba entreabierto y con la persiana a la mitad. Una vez allí, de pie o a gatas, empezó a arrojar peluches y diversos objetos al patio hasta que perdió el equilibrio y se precipitó al vacío desde una altura aproximada de quince metros. Los profesionales suelen calcular una altura de tres metros por cada planta de un edificio, pero en este caso algo más porque se trata de un inmueble con entresuelo.

El mismo día del accidente, pero más temprano, la Policía Nacional intervino en otro portal de la calle Argañosa ante una denuncia de violencia de género que se saldó con un detenido, y que nada tiene que ver con la familia de Rami.