"Mi hermana está totalmente rota, no puede casi ni hablar, cada poco se tumba y se echa a llorar desconsolada". Zohra Bensliman, la tía del bebé de 21 meses que falleció la madrugada del domingo al lunes tras precipitarse al vacío desde la venta de su habitación, en un cuarto piso en la Argañosa, recibe a LA NUEVA ESPAÑA en su domicilio de Oviedo, dos portales más abajo de la vivienda en la que tuvo lugar el fatídico suceso. En su casa se encuentra Nadia, la madre del pequeño, que casi no tiene fuerzas para articular palabra y prefiere no hacer declaraciones para no revivir lo ocurrido. Las que sí se prestan son sus hermanas, aunque no en su presencia. "Estamos todos destrozados, no puedo ni pensar lo que ha pasado porque me vengo abajo y lo que toca ahora es apoyar a Nadia", señala Malika Bensliman, otra de las tías del bebé.

La madre del pequeño fallecido se encuentra en casa de su hermana porque "no quiere volver a pisar" su domicilio, una casa llena de recuerdos. Según sus familiares, su marido ya está moviendo los hilos para cambiar de domicilio e incluso se están pensando dejar la ciudad. "Ella dice que quiere irse hasta de Oviedo, que prefiere estar en Madrid, donde tenemos más familia", explica Zohra Bensliman. Aunque el golpe ha sido muy duro, la madre del niño no ha recibido atención psicológica ni está tomando ninguna medicación que la ayude a descansar aunque sólo sea un rato. "No puede porque le está dando de mamar a su niño pequeño, que sólo tiene dos meses", matiza Aziza Azemani, una vecina que conocía muy bien al niño. "Era un niño muy bueno y siempre estaba jugando con el mío, que es de su edad", afirma.

Al vivir tan cerca de su hermana Nadia, Zohra Bensliman vivió el horror en directo. "Escuché gritos en la calle y me asomé a la ventana. Cuando miré vi al niño en el suelo y a mi hermana sujetándolo y dando voces", recuerda con la voz quebrada por la pena. Poco después, entre llanto, llamó a sus hermanas. "Todavía estaba la ambulancia en la calle cuando recibí la llamada. No puedo explicar lo que sentí cuando me dijo lo que había ocurrido. En cuanto me repuse cogimos el coche y nos vinimos hacia Oviedo", relata Malika Bensliman, que reside en Madrid. También se desplazaron a la capital asturiana numerosos miembros de ambas familias -tanto de la del padre como de la de la madre del bebé- y otros tantos están a punto de llegar para dar apoyo a sus seres queridos. Sólo por la parte de la madre son cuatro hermanos y cuatro hermanas. "Mis padres (los abuelos del niño) ya lo saben y también van a venir. Están rotos", asegura Zohra Bensliman, que no para de repetir que su hermana "necesita el apoyo de la familia". De su sobrino recordará siempre que "era un niño muy feliz, siempre estaba sonriendo y , como había aprendido a hablar hace poco, iba saludando a la gente por la calle".