A Yuheidy Vargas no le habían hecho ningún daño ni permanecía retenida por la fuerza, como temía su familia; estaba deambulando por Gijón, "arrepentida y desorientada", tras una noche de fiesta y excesos que se le fue de las manos. La dominicana de 20 años que estuvo tres días perdida, la joven que tuvo en vilo a la Policía Nacional y provocó que su entorno llenase la capital asturiana de carteles con su fotografía, "temía recibir una bronca al llegar a casa" y no se atrevió a pedir ayuda a las autoridades para regresar desde la ciudad costera a su domicilio en el barrio ovetense de Pumarín. "Aparecí en Gijón sin dinero y no quería que mi familia me viese llegar a casa junto a la Policía", resume la chica. Pero detrás de esta frase hay una larga y accidentada historia que ayer, ya calmada y junto a su familia, relató a LA NUEVA ESPAÑA.

La joven dominicana salió el pasado sábado por la noche como suele hacer todos los fines de semana. A eso de la una y media de la mañana llegó a un local de copas de la calle Jesús, en el Antiguo, y allí conoció a una chica que la invitó a drogarse. "Me ofreció una pastilla que era como un cuadrado pequeño y me dijo que con eso iba a olvidar todos los problemas y me lo iba a pasar muy bien. Yo nunca me había drogado, pero tengo que reconocer que había bebido y que la acepté, no me obligó a cogerla". Según afirma Yuheidy Vargas no podría reconocer a la chica porque, además de estar bebida, sufre astigmatismo y tiene dificultades "para distinguir las caras" en este tipo de ambientes.

"Después de un rato me pareció que no sentía nada tras haber tomado la pastilla y seguí bebiendo", prosigue Yuheidy Vargas. Pero la mezcla hizo efecto y sobre las cinco y media de la mañana decidió irse a casa. "Estaba con mis amigos y mi familia. No querían dejarme ir sola, pero en un momento en el que estaban despistados me fui y comencé a caminar hacia la calle Fruela". Su intención era llegar a Pumarín, donde reside, pero a la altura del edificio de la Junta General del Principado la llamaron desde un coche negro. "Era la misma chica que me había invitado a la pastilla. Me dijo que si quería que me llevase a casa y acepté porque estaba muy bebida y creo que en ese momento me hubiese ido con cualquiera, pero ahora que lo recuerdo ni siquiera me pidió la dirección", asegura. Al montarse en el vehículo se durmió. "Cuando me desperté era de día (domingo por la mañana) y estaba en el asiento del copiloto. Ella (por la otra chica) estaba en el del conductor y de repente me dijo de forma muy brusca que me bajase del coche", relata la joven dominicana.

En ese momento comenzó la odisea. "Me vi sola en un sitio que no conocía. Ahora sé que eran las afueras de Gijón, pero en ese momento estaba desorientada y solo veía prados y unas casas". También conoció a "una señora de unos sesenta años" cuya identidad prefiere mantener en el anonimato "porque se portó muy bien". Le dijo que no tenía dinero y que estaba perdida. "Al principio me miró con desconfianza pero después me invitó a entrar a su casa, me dio un plato de lentejas y me ofreció una cama". Yuheidy Vargas, "todavía ida", durmió el domingo durante todo el día y toda la noche sin enterarse de las llamadas que le llegaban al móvil por parte de unos familiares desesperados.

Amaneció el lunes. "La señora me dio dos euros y con ese dinero cogí un autobús y me fui al centro de Gijón. No sabía que se había formado todo este lío y no quería llamar, solo llegar a casa sin pedir ayuda a la Policía, pensaba que me iban a matar mis tíos por haberme tomado lo que no debía. No sé explicarlo, pero también temía que me detuviesen o que me metiesen en el calabozo", afirma. Durante todo el lunes estuvo "dando vueltas por la ciudad", con el móvil sin batería y tratando de conseguir dinero para llamar a casa o salir de Gijón. "Una señora me dio un euro, pero al meterlo en una cabina me lo tragó", dice la joven. "Después nadie me daba dinero ni para el Alsa aunque me viesen llorando y desesperada, no podía salir de Gijón", añade. Lo que sí le dieron fue "dos pinchos" en una cafetería para saciar el hambre. "Como no consumía, en los locales no me dejaban cargar el móvil", dice.

La noche del lunes fue la más dura. "Dormí en un parque que tiene un lago y un puente -probablemente Isabel la Católica- a la intemperie y muerta de frío", explica. Al despertase, el martes, decidió que tenía que acudir a la Policía. "Caminé y solo puedo decir que estaba cerca de una calle que se llama Schultz -la Avenida Schultz- y que traté de entrar en lo que creía que era la comisaría de la Policía Local, pero estaba cerrada". Después, bien entrada la tarde, consiguió llegar a la comisaría de la Policía Nacional en el Natahoyo, donde escucharon su historia, comprobaron que su desaparición había sido denunciada y llamaron a su familia, que respiró aliviada.

La joven se pasó ayer media mañana en la comisaría de General Yagüe explicándoles a los agentes -que incluso habían ido a buscar a su novio al trabajo para tomarle declaración- los detalles de su historia. También le mandaron hacerse unos análisis para saber qué tipo de droga se tomó el sábado. "No volveré a hacerlo jamás", asegura Yuheidy Vargas.