Los promotores del proyecto para liberar de su abandono a la manzana del Vasco se dan un plazo de "unos 6 meses" para iniciar la obras del complejo. El recinto, de unos 15.000 metros en superficie, con cerca de 100.000 construidos y que incluye viviendas, usos hosteleros, sociosanitarios, de ocio, comerciales y hoteleros, prevé liberar 12.000 metros de terreno para uso público, lo que lo convertirá en una zona "multiusos, un lugar de encuentro en el que se establecerán diversidad de relaciones", según las memorias del plan. Sin señalar una fecha en rojo, los responsables de Gran Bulevar, que así han denominado al futuro complejo para el solar de la antigua estación del ferrocarril vasco-asturiano, se fijan el inicio del próximo verano como el horizonte para haber atado los cabos sueltos y poder comenzar los trabajos. En todo caso, en la sala de máquinas del conglomerado de empresas son optimistas. "Esto ha cogido velocidad y ahora es difícil pararlo", decían fuentes cercanas a las negociaciones.
El calendario inmediato señala varios frentes pendientes: culminar la redacción del proyecto inicial, redondear y pactar con el Ayuntamiento los detalles de la urbanización de la gran plaza de uso público y, con todo lo anterior confirmado, cerrar el pago del suelo al Banco Sabadell, propietario desde finales de 2014, tras caer en concurso de acreedores la anterior titular.
Los detalles del proyecto, desvelados en la edición de ayer de LA NUEVA ESPAÑA, han despertado en los ovetenses ilusión por una posible solución al agujero negro urbanístico de la entrada a la ciudad por la "Y", aunque sobre todo, por el movimiento económico y de puestos de trabajo que puede generar el complejo. Los numerosos proyectos fallidos de años atrás, incluido el último, cuando ya se habían construido casi por completo tres torres de viviendas de las seis previstas, despiertan no obstante el escepticismo de algunos vecinos que aplican la máxima del "si no lo veo, no lo creo".
Cuando al fin puedan entrar, los trabajadores tendrán tres objetivos: el remate de los 100 pisos de las tres torres ya construidas; la urbanización del suelo que pasará a ser de dominio público y la construcción y distribución del interior de las tres plantas inmediatamente inferiores a la nueva losa.
Estas tres alturas tienen previstos usos diferenciados. Habrá una planta para usos hosteleros, otra comercial y una última, que estaría al nivel del suelo en la parte baja de Víctor Chávarri y la glorieta de la Cruz Roja, para gimnasios y clínicas. Los promotores del complejo huyen del estigma de los centros comerciales y eluden esa denominación. La planta dedicada al comercio, que no tiene prevista la instalación de grandes superficies y sí de tiendas de pequeño y mediano tamaño, será accesible a pie desde la cota superior de la calle Víctor Chávarri, con la intención de crear una sucesión de escaparates, igual que en cualquier calle de la ciudad. La losa superior también será accesible desde el inicio de la calle Gascona, desde Indalecio Prieto, desde la plaza de la Noceda y desde Martínez Vigil. La intención de los técnicos de Gran Bulevar al entramado urbano y convertirlo en el nexo de unión entre el centro de la ciudad y el futuro bulevar de Santullano, una vez que el gobierno local haya completado la conversión en vía urbana del tramo de la autopista "Y" que transcurre junto a la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados.
El proyecto Gran Bulevar, que prevé generar un millar de puestos de trabajo, con una inversión cercana a los 100 millones, es fruto del consorcio de empresas que lideran el Grupo Santagadea Gestión y la constructora asturiana Procoin, que se encargarán de gestionar las tres plantas bajo rasante. En la parte superior -las tres torres de viviendas más las otras tres de usos dotacionales aún sin construir- participa igualmente Procoin junto las promotoras asturianas Mayers y Gestinor y las sociedades de inversión Domus Capital y Exiom Real Estate y Sotiello XXI.
