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Ágora, al borde de la desaparición tras no recibir ayudas municipales desde 2015

El cine club desaloja su sede social, vende material fotográfico e histórico para pagar sus deudas y busca local para mantener su actividad

La sala de proyecciones de la sede de Ágora, llena de cajas de cartón. MIKI LÓPEZ

Los ingresos por las cuotas de socios no cubren los gastos de funcionamiento. Las matemáticas no respetan la dilatada trayectoria de Ágora Foto Cine Club y a su directiva no le salen las cuentas. Necesitan unos 5.000 euros anuales para mantener su actividad, que incluye exposiciones de fotografía o proyecciones de cine, pero los ingresos que obtienen de sus 60 miembros apenas sobrepasan los 3.000 euros. Así que no pueden hacer frente a los "314 euros del alquiler a los que hay que sumar la luz, el agua, la declaración trimestral de Hacienda y el IBI, que en nuestro contrato especifica que nos tenemos que hace cargo". La situación es crítica y una asamblea de socios ha decidido que la entidad desaloje su sede social, en la calle Cimadevilla, por no poder hacer frente al alquiler. Así que estos días están de mudanza y tratan de vender sus activos para pagar sus deudas.

"Es una pena que por 2.000 euros anuales vaya a desaparecer una entidad con 65 años de antigüedad", lamenta Enrique Arrones, tesorero de Ágora. Junto con Ramón Hernández, vicepresidente, y Juan José Cima, presidente, empaqueta estos días cámaras, películas, material fotográfico e histórico y recoge el laboratorio de revelado. Y al ir cerrando cajas van abriendo historias de recuerdos sobre las películas y debates semanales o las muchas muestras que han hecho a lo largo de los años. En 2016, por ejemplo, han tratado temas como los indianos, las religiones de la India, las soluciones con las que Islandia superó su crisis o cómo la cuenca alemana del Ruhr afrontó la reconversión industrial.

El problema se centra en que hasta el año 2015 recibieron una subvención que les permitía sobrevivir. Pero critican que el cambio de procedimiento de este año ha provocado que se cierre 2016 sin que las asociaciones puedan acceder al dinero. Y esa fue su puntilla. Su situación es tan precaria que no les permite esperar a futuras convocatorias. Además, "teníamos preparadas cuatro jornadas en el Auditorio por cuya organización recibíamos una pequeña ayuda económica", dicen Juan José Cima. Pero iban tan justos que ni siquiera pudieron sacarlas adelante. "Hemos insistido pero 'Rivi' -Roberto Sánchez Ramos (IU), concejal de Cultura- no nos ha recibido en todo el año. A lo mejor no podía hacer nada, pero queríamos que nos escuchase. Nos sentimos ninguneados", critica Cima.

El edil de Cultura destaca que el problema de Ágora "es un drama pero no puede solucionarse desde el Ayuntamiento". Y apunta que el foto cine club solicitaba una subvención para hacer frente al alquiler y que el gobierno municipal no puede dar ayudas para este tipo de peticiones: "Nos saltaríamos toda la normativa, las subvenciones están para actividades no para pagar rentas". A las quejas de que rechazó reunirse con Ágora responde que la directiva de la organización mantuvo reuniones con Juan Vega, director-gerente de la Fundación Municipal de Cultura, en las que recibieron estas mismas explicaciones. En estos momentos Ágora busca un lugar para guardar los bienes que no consiga vender en los próximos días. Se han dirigido a la concejalía de Información y Participación, que pilota Ana Taboada, para consultar la posibilidad de ocupar como asociación algún local municipal. Esto les liberaría del alquiler, su gasto principal.

Por el momento, estos contactos no han fructificado y la directiva tantea a los socios para ver quien tiene espacio para alguna caja o las sillas que formaron tantos patios de butacas. "Sabemos que lo tenemos que llevar a alguna parte, pero aún no tenemos idea de donde", dice Juan José Cima. Además, buscan una biblioteca a la que donar una colección de 110 tomos que recogen fotografías tomadas desde 1952. Y muchas cosas las tendrán que dejar en la sede, como armarios y otros muebles, junto con los recuerdos de una dilatada trayectoria de exposiciones a punto de pasar a la historia debido a la incapacidad de pagar el alquiler.

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